/ viernes 15 de noviembre de 2019

Malecón

Toda sociedad históricamente formada y delimitada se asume a sí misma como heredera de un patrimonio cultural enriquecido y transformado por sus generaciones precedentes (G.B.)

En estos momentos de campañas políticas, pasarela de personajes y estrategias varias que tienen que ver con la cultura, la política, la economía, el crecimiento o el desarrollo; debemos aclarar que la palabra “desarrollo” cambia de significado, según el contexto en que se le ubique.

En nuestras lecturas encontramos que por momentos, el concepto de desarrollo tiene que ver “con obtener lo que no se tenía.”

El desarrollo está en relación con una especie de evolución hacia estadios más altos, con una circunscripción que califica a los de atrás y a los de adelante, a los de arriba y a los de abajo.

Estas nociones del desarrollo pasan a un segundo plano cuando en la vida cotidiana se experimenta la falta de satisfactores, cuando hay desigualdad, cuando los ambientes carecen de armonía o cuando no hay convivencia pacífica.

Es necesario y conveniente mirar el desarrollo desde una perspectiva histórica, de tal manera que se pueda explicar la construcción de la opulencia en algunas naciones y la pobreza en otras; de esta forma habría ideas sobre el estado actual de las localidades, regiones o naciones.

El desarrollo tiene distintas dimensiones y su enfoque corresponde también al complejo de las relaciones económicas, políticas y sociales.

La necesidad de pasar de una situación deficiente a una mejor, hace pensar en las posibles estrategias para lograrlo y es entonces cuando se habla de desarrollo económico, cultural y sustentable, (o sostenido).

También se habla de “desarrollo de autogestión”, diciéndose que este cobra su verdadero sentido cuando se amplían las libertades y se incrementan las capacidades autónomas de las personas, haciéndose relevante considerar la participación de la sociedad en su conjunto.

En nuestro país, no es nada fácil esclarecer el significado de la palabra desarrollo, sobre todo si lo oponemos al de “tradición” y, si negamos las aportaciones de respeto, solidaridad, trabajo y relación con la naturaleza, que los indígenas y otras culturas han hecho a México y a todo el Continente americano.

Más aún, el concepto se convierte en impalpable y vaporoso cuando se mezcla con categorías como “cultura, patrimonio cultural o turismo”, ya que la interacción entre estos elementos vuelve compleja la percepción del significado.

Extraer y demostrar los contenidos del binomio “desarrollo y cultura”, constituye una tarea ineludible para los que trabajamos en el ámbito cultural; así como el persistir en el empeño de trabajar sobre estos conceptos básicos de cultura y naturaleza, pluriculturalidad, interculturalidad, biodiversidad, patrimonio cultural e identidad nacional, desde un enfoque global.

Sólo haciéndolo así estaremos en condiciones para describir y explicar estos fenómenos complejos y, para proponer elementos de políticas públicas, programas y proyectos de conservación y desarrollo de bienes naturales y culturales, con el establecimiento de derechos y la búsqueda de modelos armónicos de interculturalidad que propicien la democracia, la sustentabilidad, el bienestar.

Con este patrimonio cultural el grupo hace frente a sus problemas, los comprende e intenta resolverlos; y también, a partir de este repertorio de elementos culturales propios, define sus aspiraciones, formula sus proyectos y procura realizarlos(G.B.)

(Bonfil, Guillermo; Identidad nacional y patrimonio cultural: los conflictos ocultos y las convergencias posibles; Obras escogidas de Guillermo Bonfil, volumen 4, CIESAS, México, 1998.




Toda sociedad históricamente formada y delimitada se asume a sí misma como heredera de un patrimonio cultural enriquecido y transformado por sus generaciones precedentes (G.B.)

En estos momentos de campañas políticas, pasarela de personajes y estrategias varias que tienen que ver con la cultura, la política, la economía, el crecimiento o el desarrollo; debemos aclarar que la palabra “desarrollo” cambia de significado, según el contexto en que se le ubique.

En nuestras lecturas encontramos que por momentos, el concepto de desarrollo tiene que ver “con obtener lo que no se tenía.”

El desarrollo está en relación con una especie de evolución hacia estadios más altos, con una circunscripción que califica a los de atrás y a los de adelante, a los de arriba y a los de abajo.

Estas nociones del desarrollo pasan a un segundo plano cuando en la vida cotidiana se experimenta la falta de satisfactores, cuando hay desigualdad, cuando los ambientes carecen de armonía o cuando no hay convivencia pacífica.

Es necesario y conveniente mirar el desarrollo desde una perspectiva histórica, de tal manera que se pueda explicar la construcción de la opulencia en algunas naciones y la pobreza en otras; de esta forma habría ideas sobre el estado actual de las localidades, regiones o naciones.

El desarrollo tiene distintas dimensiones y su enfoque corresponde también al complejo de las relaciones económicas, políticas y sociales.

La necesidad de pasar de una situación deficiente a una mejor, hace pensar en las posibles estrategias para lograrlo y es entonces cuando se habla de desarrollo económico, cultural y sustentable, (o sostenido).

También se habla de “desarrollo de autogestión”, diciéndose que este cobra su verdadero sentido cuando se amplían las libertades y se incrementan las capacidades autónomas de las personas, haciéndose relevante considerar la participación de la sociedad en su conjunto.

En nuestro país, no es nada fácil esclarecer el significado de la palabra desarrollo, sobre todo si lo oponemos al de “tradición” y, si negamos las aportaciones de respeto, solidaridad, trabajo y relación con la naturaleza, que los indígenas y otras culturas han hecho a México y a todo el Continente americano.

Más aún, el concepto se convierte en impalpable y vaporoso cuando se mezcla con categorías como “cultura, patrimonio cultural o turismo”, ya que la interacción entre estos elementos vuelve compleja la percepción del significado.

Extraer y demostrar los contenidos del binomio “desarrollo y cultura”, constituye una tarea ineludible para los que trabajamos en el ámbito cultural; así como el persistir en el empeño de trabajar sobre estos conceptos básicos de cultura y naturaleza, pluriculturalidad, interculturalidad, biodiversidad, patrimonio cultural e identidad nacional, desde un enfoque global.

Sólo haciéndolo así estaremos en condiciones para describir y explicar estos fenómenos complejos y, para proponer elementos de políticas públicas, programas y proyectos de conservación y desarrollo de bienes naturales y culturales, con el establecimiento de derechos y la búsqueda de modelos armónicos de interculturalidad que propicien la democracia, la sustentabilidad, el bienestar.

Con este patrimonio cultural el grupo hace frente a sus problemas, los comprende e intenta resolverlos; y también, a partir de este repertorio de elementos culturales propios, define sus aspiraciones, formula sus proyectos y procura realizarlos(G.B.)

(Bonfil, Guillermo; Identidad nacional y patrimonio cultural: los conflictos ocultos y las convergencias posibles; Obras escogidas de Guillermo Bonfil, volumen 4, CIESAS, México, 1998.




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