/ lunes 26 de noviembre de 2018

Malecón

Está entrada la noche, el día se acerca.

Despojémonos pues de las obras de las tinieblas,

y revistamos las armas de la luz.

Romanos, XIII, 12.

Después de tres intentos de contactar por teléfono a su primo el pintor Rob Rubio, sin éxito, Laura Grafitto decide hacerle una visita inesperada en Tzacala. Mientras conduce, piensa en voz alta sobre cómo evitar la plática absorbente del artista sin provocar su enojo, y además lograr que hable sobre los datos que necesita. Todas esas cosas ocupan su pensamiento mientras procura no derrapar en las curvas cerradas y resbaladizas por el aguanieve.

A Laura la nieve le fascina. En su experiencia, es un fenómeno casi insólito. Una vez, cuando tenía cinco años, había nevado en Tamazula; ocurrió una tarde, en febrero, después del carnaval, y todo el tráfico de la ciudad había quedado paralizado. Las calles heladas provocaron multitud de accidentes; los automovilistas tuvieron que abandonar sus vehículos y volver a sus casas, abrumados por el acontecimiento y con los pies hundidos hasta el tobillo en la primera nevada.

Pero Laura y los demás niños de Topía, la progenie más pobre de todo Tamazula, lo pasaron en grande con el inesperado temporal, haciendo muñecos y lanzándose bolas de nieve, en lo que para muchos de ellos iba a ser la primera y única nevada de su vida, ya que por estos rumbos la tragedia era costumbre shakesperiana. Los ruinosos toldos de teja en caballete adquirieron de pronto una pátina que los transformó en cabañas de cuento. Laura se preguntó entonces, y durante muchos años, que truco debió emplear el “brujo” de la región para conseguir aquello que “El Chuco” Rochín, su primo de 10 años entonces, también residente en Topía, había llamado “las nieves de enero”.

Al “Chuco” Rochín lo asesinaron 11 años después. Lo hizo una chica de 16, llamada Bárbara Yamilé, a quien él había dejado embarazada. Bárbara exigía que “El Chuco” pagara los gastos del aborto, pero él se negó a aceptar la responsabilidad. Le dijo que no le importaba lo que les pudiera pasar a ella o al “plebe”, que no era su problema. Bárbara Yamilé sacó del bolso una pistola reglamentaria que su primo, “El Pozolero” Sánchez, guardaba en el ropero -tras robársela a un policía muerto- y le disparó justo en la oreja izquierda al “Chuco” Rochín.

Mientras éste se desangraba en el suelo, junto a una mesa de La Fonda de Chalío, muchos parroquianos presenciaron cómo Bárbara disparaba a quemarropa, por segunda ocasión, a la cabeza del “Chuco”, ahora en el oído opuesto.
Según contó Rosalío, honesto propietario y cálido administrador de La Fonda y, el único que no salió corriendo asustado… “antes de escupir sobre el cuerpo del “Chuco”, engarruñado en el suelo, la Yamilé dijo determinante: -Ahora tienes un problema que nadie podrá arreglar- y volvió a jalar el gatillo”.

Mientras Laura pensaba en todo eso, en el camino había subido el frío. Ella enciende la radio de su 4x4 y, escucha: “…bajo el nombre de Ejército Revolucionario del Espíritu Santo, ERES, el grupo ha asesinado cientos de pobladores, a menudo ha cortado orejas y manos y secuestrado a miles de niños. La secta, conocida con anterioridad como Movimiento del Espíritu Santo, cuyo radio de acción se concentra en los distritos de “Villa Miseria” y “Vamos por Más”, del estado de Puracruz, cerca de la frontera con Zecatletas, recibe ayuda militar del régimen fundamentalista Mascaritas Marquistas, M&M, empeñado en desestabilizar Chiapanchasur, cuyo gobierno, según ellos sostienen, da apoyo al Ejército Cristiano Orgullo del Sur, ECOS”.

“El ERES, un grupo bien organizado que cuenta con armas de asalto, ametralladoras, morteros y lanzagranadas, es fiel a una insólita lista de “mandamientos”, entre los que se incluyen las prohibiciones de beber cerveza en bote, agua negra helada, montar de a dos en bicicleta, comer carne para hamburguesas y Rata Frita Kentoki. Asesinan sin distinción a los adultos, pero raptan a los niños, con el fin de adoctrinarlos y emplearlos como fuerza de trabajo esclavizada. Las muchachas son violadas y obligadas a parir niños que puedan engrosar las filas del llamado Ejército Revolucionario del Espíritu Santo”.

Atónita, la Grafitto decide apagar la radio. -Parece que todo se está yendo a la mierda- exclama, -mis primos son unos corderitos comparados con estos locos alucinados. Y eso que festejan el día de la Raza este 12 de octubre. Eso que para muchos aparece como una cuestión de honor y orgullo, el color de la piel… los indios son todos prietos y, sin embargo, el color de la piel no ha mitigado en lo más mínimo, el indigno proceder del ERES… ni con los de su propia raza y color. Como ya lo he dicho más de una vez"… la raza, el color de la piel, la creencia en el mismo Dios, son sólo falsos pasaportes tan poco confiables como la bondad”. malecon@live.com.mx

Está entrada la noche, el día se acerca.

Despojémonos pues de las obras de las tinieblas,

y revistamos las armas de la luz.

Romanos, XIII, 12.

Después de tres intentos de contactar por teléfono a su primo el pintor Rob Rubio, sin éxito, Laura Grafitto decide hacerle una visita inesperada en Tzacala. Mientras conduce, piensa en voz alta sobre cómo evitar la plática absorbente del artista sin provocar su enojo, y además lograr que hable sobre los datos que necesita. Todas esas cosas ocupan su pensamiento mientras procura no derrapar en las curvas cerradas y resbaladizas por el aguanieve.

A Laura la nieve le fascina. En su experiencia, es un fenómeno casi insólito. Una vez, cuando tenía cinco años, había nevado en Tamazula; ocurrió una tarde, en febrero, después del carnaval, y todo el tráfico de la ciudad había quedado paralizado. Las calles heladas provocaron multitud de accidentes; los automovilistas tuvieron que abandonar sus vehículos y volver a sus casas, abrumados por el acontecimiento y con los pies hundidos hasta el tobillo en la primera nevada.

Pero Laura y los demás niños de Topía, la progenie más pobre de todo Tamazula, lo pasaron en grande con el inesperado temporal, haciendo muñecos y lanzándose bolas de nieve, en lo que para muchos de ellos iba a ser la primera y única nevada de su vida, ya que por estos rumbos la tragedia era costumbre shakesperiana. Los ruinosos toldos de teja en caballete adquirieron de pronto una pátina que los transformó en cabañas de cuento. Laura se preguntó entonces, y durante muchos años, que truco debió emplear el “brujo” de la región para conseguir aquello que “El Chuco” Rochín, su primo de 10 años entonces, también residente en Topía, había llamado “las nieves de enero”.

Al “Chuco” Rochín lo asesinaron 11 años después. Lo hizo una chica de 16, llamada Bárbara Yamilé, a quien él había dejado embarazada. Bárbara exigía que “El Chuco” pagara los gastos del aborto, pero él se negó a aceptar la responsabilidad. Le dijo que no le importaba lo que les pudiera pasar a ella o al “plebe”, que no era su problema. Bárbara Yamilé sacó del bolso una pistola reglamentaria que su primo, “El Pozolero” Sánchez, guardaba en el ropero -tras robársela a un policía muerto- y le disparó justo en la oreja izquierda al “Chuco” Rochín.

Mientras éste se desangraba en el suelo, junto a una mesa de La Fonda de Chalío, muchos parroquianos presenciaron cómo Bárbara disparaba a quemarropa, por segunda ocasión, a la cabeza del “Chuco”, ahora en el oído opuesto.
Según contó Rosalío, honesto propietario y cálido administrador de La Fonda y, el único que no salió corriendo asustado… “antes de escupir sobre el cuerpo del “Chuco”, engarruñado en el suelo, la Yamilé dijo determinante: -Ahora tienes un problema que nadie podrá arreglar- y volvió a jalar el gatillo”.

Mientras Laura pensaba en todo eso, en el camino había subido el frío. Ella enciende la radio de su 4x4 y, escucha: “…bajo el nombre de Ejército Revolucionario del Espíritu Santo, ERES, el grupo ha asesinado cientos de pobladores, a menudo ha cortado orejas y manos y secuestrado a miles de niños. La secta, conocida con anterioridad como Movimiento del Espíritu Santo, cuyo radio de acción se concentra en los distritos de “Villa Miseria” y “Vamos por Más”, del estado de Puracruz, cerca de la frontera con Zecatletas, recibe ayuda militar del régimen fundamentalista Mascaritas Marquistas, M&M, empeñado en desestabilizar Chiapanchasur, cuyo gobierno, según ellos sostienen, da apoyo al Ejército Cristiano Orgullo del Sur, ECOS”.

“El ERES, un grupo bien organizado que cuenta con armas de asalto, ametralladoras, morteros y lanzagranadas, es fiel a una insólita lista de “mandamientos”, entre los que se incluyen las prohibiciones de beber cerveza en bote, agua negra helada, montar de a dos en bicicleta, comer carne para hamburguesas y Rata Frita Kentoki. Asesinan sin distinción a los adultos, pero raptan a los niños, con el fin de adoctrinarlos y emplearlos como fuerza de trabajo esclavizada. Las muchachas son violadas y obligadas a parir niños que puedan engrosar las filas del llamado Ejército Revolucionario del Espíritu Santo”.

Atónita, la Grafitto decide apagar la radio. -Parece que todo se está yendo a la mierda- exclama, -mis primos son unos corderitos comparados con estos locos alucinados. Y eso que festejan el día de la Raza este 12 de octubre. Eso que para muchos aparece como una cuestión de honor y orgullo, el color de la piel… los indios son todos prietos y, sin embargo, el color de la piel no ha mitigado en lo más mínimo, el indigno proceder del ERES… ni con los de su propia raza y color. Como ya lo he dicho más de una vez"… la raza, el color de la piel, la creencia en el mismo Dios, son sólo falsos pasaportes tan poco confiables como la bondad”. malecon@live.com.mx

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