/ miércoles 7 de julio de 2021

Los retos de la inclusión: redefiniendo el poder

“…se trata de que la opinión de las minorías sea escuchada y valorada en los espacios de representación y que sus demandas sean procesadas adecuadamente en la emisión de leyes, diseños de políticas públicas y en el establecimiento de los presupuestos institucionales”. Lorenzo Córdova Vianello

La forma en la que se ejerce el poder determina el lugar que cada persona y cada grupo ocuparán en la historia. No es lo mismo existir desde una tradición que celebra y evoca ciertos valores, a hacerlo desde la marginalidad o desde el ser minoría.

La poeta Safo, por ejemplo, vivió en la Grecia clásica, donde no obstante el amor al conocimiento y la sabiduría se buscaba fomentar ciertos valores aparejados con lo que hoy conocemos como el patriarcado. De ella se conservan algunos versos, apenas los suficientes para ocupar unas páginas en las antologías.

Píndaro, por su parte, evocó el valor, la osadía y el arrojo de quienes participaban en los juegos olímpicos, sumando su voz a la celebración de las victorias y las hazañas: de él se conservan cientos de odas, himnos y versos que alcanzan para llenar varios tomos.

A la luz de nuestro tiempo, cuando se visibilizan las injusticias muchas veces criminales que esta exclusión genera, es importante destacar aquellas acciones que se realizan para reivindicar el mínimo de los derechos que posee cada ser humano: el de ser reconocido desde su especificidad, y con ello darle su espacio en el mundo.

Hoy la democracia, sobre todo a partir de lo que se ha llamado su tercera ola, ha entendido el vacío que el poder, entendido desde la emanación de una cultura homologada y totalitaria, ha generado en las personas, excluyendo sus expresiones y sus voces, y estableciendo como reto el de incluir estas expresiones desde una representación más sustantiva.

Las primeras acciones de esta nueva evolución democratica se han materializado en el más reciente proceso electoral de nuestro país: los partidos políticos fueron mandatados a postular en candidaturas a personas indígenas, personas con discapacidad, personas mexicanas migrantes residentes en el extranjero, afromexicanas y de la comunidad LGBTTTIQ+, por ambos principios, garantizando transversalmente el principio constitucional de paridad de género y la reelección.

Así llegamos a esta etapa de judicialización del proceso, por lo que aún desconocemos la integración de las listas finales, y esta última prueba de fuego que hará pasar estas acciones afirmativas y principios por los criterios de magistradas y magistrados en los tribunales; de este modo el poder, al menos en su estructura formal, resiste y avanza en su transformación.

La expresión del poder y de su entorno, a la luz de estos cambios, no podrá ser la misma después de esta elección ¿Cómo se comportarán las y los nuevos representantes en esta transición del poder? ¿Cómo harán para dar cabida y espacio al diálogo y traducirlo en leyes y políticas públicas? La expectativa es alta y los desplazados del poder aún insisten en mantener su hegemonía.

Las y los demócratas de esta era estamos llamados a redefinir el poder, a garantizar un espacio en la mesa para todas y todos. Los teóricos han hecho su parte, mostrándonos el vacío y la ruta que debemos seguir: nos falta ahora darle vida y sustancia a ese esfuerzo que aún requiere convicciones personales y colectivas que aseguren una plena inclusión.

“…se trata de que la opinión de las minorías sea escuchada y valorada en los espacios de representación y que sus demandas sean procesadas adecuadamente en la emisión de leyes, diseños de políticas públicas y en el establecimiento de los presupuestos institucionales”. Lorenzo Córdova Vianello

La forma en la que se ejerce el poder determina el lugar que cada persona y cada grupo ocuparán en la historia. No es lo mismo existir desde una tradición que celebra y evoca ciertos valores, a hacerlo desde la marginalidad o desde el ser minoría.

La poeta Safo, por ejemplo, vivió en la Grecia clásica, donde no obstante el amor al conocimiento y la sabiduría se buscaba fomentar ciertos valores aparejados con lo que hoy conocemos como el patriarcado. De ella se conservan algunos versos, apenas los suficientes para ocupar unas páginas en las antologías.

Píndaro, por su parte, evocó el valor, la osadía y el arrojo de quienes participaban en los juegos olímpicos, sumando su voz a la celebración de las victorias y las hazañas: de él se conservan cientos de odas, himnos y versos que alcanzan para llenar varios tomos.

A la luz de nuestro tiempo, cuando se visibilizan las injusticias muchas veces criminales que esta exclusión genera, es importante destacar aquellas acciones que se realizan para reivindicar el mínimo de los derechos que posee cada ser humano: el de ser reconocido desde su especificidad, y con ello darle su espacio en el mundo.

Hoy la democracia, sobre todo a partir de lo que se ha llamado su tercera ola, ha entendido el vacío que el poder, entendido desde la emanación de una cultura homologada y totalitaria, ha generado en las personas, excluyendo sus expresiones y sus voces, y estableciendo como reto el de incluir estas expresiones desde una representación más sustantiva.

Las primeras acciones de esta nueva evolución democratica se han materializado en el más reciente proceso electoral de nuestro país: los partidos políticos fueron mandatados a postular en candidaturas a personas indígenas, personas con discapacidad, personas mexicanas migrantes residentes en el extranjero, afromexicanas y de la comunidad LGBTTTIQ+, por ambos principios, garantizando transversalmente el principio constitucional de paridad de género y la reelección.

Así llegamos a esta etapa de judicialización del proceso, por lo que aún desconocemos la integración de las listas finales, y esta última prueba de fuego que hará pasar estas acciones afirmativas y principios por los criterios de magistradas y magistrados en los tribunales; de este modo el poder, al menos en su estructura formal, resiste y avanza en su transformación.

La expresión del poder y de su entorno, a la luz de estos cambios, no podrá ser la misma después de esta elección ¿Cómo se comportarán las y los nuevos representantes en esta transición del poder? ¿Cómo harán para dar cabida y espacio al diálogo y traducirlo en leyes y políticas públicas? La expectativa es alta y los desplazados del poder aún insisten en mantener su hegemonía.

Las y los demócratas de esta era estamos llamados a redefinir el poder, a garantizar un espacio en la mesa para todas y todos. Los teóricos han hecho su parte, mostrándonos el vacío y la ruta que debemos seguir: nos falta ahora darle vida y sustancia a ese esfuerzo que aún requiere convicciones personales y colectivas que aseguren una plena inclusión.