/ lunes 2 de agosto de 2021

Los fierros del presidente

López Obrador es un maestro del malabar y del cable de equilibrio. Le encanta jugar con fuego; por desgracia, tarde o temprano, hasta el malabarista más ducho o al equilibrista más azuzado termina por cometer una pifia y, en la mayoría de las veces, terminan en accidentes. En los últimos días, el presidente decidió meter muchos fierros en la lumbre; las leyes de la probabilidad y estadística harán lo suyo: con algo de los fierros de quemará.

El primer fierro de está tanda comenzó con la aventurada y draconiana declaración del regreso a clases coronada con la sentencia: “Llueva, Truene o relampagueé reiniciaremos las clases presenciales”. La mera iniciativa de echar andar el sistema educativo, tras un año y medio de estar parado, requiere la atención casi total del gobierno federal. Miles de escuelas necesita ponerse en condiciones para recibir a los estudiantes. No es una tarea sencilla; sin embargo, olvidándose por completo de los principios con los que dice gobernar: Mandar obedeciendo y escuchar al pueblo. Lanza un reto a la sociedad desoyendo a la sociedad que, en su mayoría, no quiere regresar a clases. El presidente lo dice fuerte y claro: NO IMPORTA QUE LA GENTE NO QUIERA. VOY A DEFENDER LA IDEA DE REGRESAR A CLASES. El fierro está en la lumbre. Escuchar al pueblo queda para mejor ocasión.

La pandemia misma es otro de los problemas que se encuentran al rojo vivo. La tercera ola combinada con la variante delta está haciendo estragos en los contagios; si bien, el número de fallecidos es menor a las oleadas anteriores, México continúa en los primeros lugares de muertes diarias por COVID. Ese fierre nunca ha dejado de estar caliente y amenaza con ponerse a temperaturas superiores.

La consulta del domingo es otro de los atolladeros que tiene a la presidencia algo más que entretenida. El presidente espera que la Consulta sea un ensayo general de movilización para la revocación de mandato del año próximo. El ejercicio de la consulta ciudadana es una herramienta válida de defender, pero esta consulta en particular es un galimatías. No tiene un sentido práctico. Sin importar el resultado de la misma. Ningún ex presidente será llevado a juicio. La pregunta de la consulta incluye también a exfuncionarios, pero no es necesaria una consulta para acusar a los que cometieron delitos. La consulta también sirvió para acrecentar las diferencias con el INE. Esa lucha, por sí misma, tiene resultados de pronósticos reservados. Un fierro más en la parrilla presidencial

Sin que nadie lo esperara, López Obrador arrojó otro fierro a la lumbre. Prometió emitir un decreto en los próximos días para liberar a presos que cumplan con algunos supuestos: ser del fuero federal, no haber cometido crímenes de sangre, tener más de 75 años, estar en prisión con 10 años sin sentencia, ser mayor de 65 años con enfermedades crónicas y, la más polémica, liberar a todos los reos que demuestren haber sido víctimas de tortura, a través del protocolo de Estambul, sin importar el delito. Esa declaración pone contra la espada y la pared al Poder Judicial. Muchos de los supuestos de liberación ya se encuentran contemplados en la normatividad mexicanas; sin embargo, el caso de la excarcelación de las víctimas de tortura abre una caja de pandora de proporciones insospechadas. Delincuentes de alta peligrosidad estarían en la antesala de ser liberados, peor aún, todo preso federal intentará utilizar este mecanismo como pretexto para conseguir su libertad. La tortura debe ser erradicada del país, pero anuncios de esta naturaleza abre las puertas a confrontaciones con el Poder Judicial e, incluso, con el mismo ejército. Ese fierro amenaza con dilatarse a las brasas del fogón presidencial.

Fierros van y fierros vienen, López Obrador tiene varios en la lumbre. En el pasado ha sorteado varios sin problema y también ha salido quemado. Lozoya es un fierro que lo sigue quemando y puede volver a prenderse de un momento a otro. El tema del metro sigue presente, lo han intentado apagar; ahí sigue. Basta un soplido al carbón para que retome temperatura. Varios fierros más esperan turno para ocupar un espacio en la parrilla. …. El que juega con fuego eventualmente terminará quemándose, pronto veremos de que grado es la quemadura y cual fierro es el culpable.


López Obrador es un maestro del malabar y del cable de equilibrio. Le encanta jugar con fuego; por desgracia, tarde o temprano, hasta el malabarista más ducho o al equilibrista más azuzado termina por cometer una pifia y, en la mayoría de las veces, terminan en accidentes. En los últimos días, el presidente decidió meter muchos fierros en la lumbre; las leyes de la probabilidad y estadística harán lo suyo: con algo de los fierros de quemará.

El primer fierro de está tanda comenzó con la aventurada y draconiana declaración del regreso a clases coronada con la sentencia: “Llueva, Truene o relampagueé reiniciaremos las clases presenciales”. La mera iniciativa de echar andar el sistema educativo, tras un año y medio de estar parado, requiere la atención casi total del gobierno federal. Miles de escuelas necesita ponerse en condiciones para recibir a los estudiantes. No es una tarea sencilla; sin embargo, olvidándose por completo de los principios con los que dice gobernar: Mandar obedeciendo y escuchar al pueblo. Lanza un reto a la sociedad desoyendo a la sociedad que, en su mayoría, no quiere regresar a clases. El presidente lo dice fuerte y claro: NO IMPORTA QUE LA GENTE NO QUIERA. VOY A DEFENDER LA IDEA DE REGRESAR A CLASES. El fierro está en la lumbre. Escuchar al pueblo queda para mejor ocasión.

La pandemia misma es otro de los problemas que se encuentran al rojo vivo. La tercera ola combinada con la variante delta está haciendo estragos en los contagios; si bien, el número de fallecidos es menor a las oleadas anteriores, México continúa en los primeros lugares de muertes diarias por COVID. Ese fierre nunca ha dejado de estar caliente y amenaza con ponerse a temperaturas superiores.

La consulta del domingo es otro de los atolladeros que tiene a la presidencia algo más que entretenida. El presidente espera que la Consulta sea un ensayo general de movilización para la revocación de mandato del año próximo. El ejercicio de la consulta ciudadana es una herramienta válida de defender, pero esta consulta en particular es un galimatías. No tiene un sentido práctico. Sin importar el resultado de la misma. Ningún ex presidente será llevado a juicio. La pregunta de la consulta incluye también a exfuncionarios, pero no es necesaria una consulta para acusar a los que cometieron delitos. La consulta también sirvió para acrecentar las diferencias con el INE. Esa lucha, por sí misma, tiene resultados de pronósticos reservados. Un fierro más en la parrilla presidencial

Sin que nadie lo esperara, López Obrador arrojó otro fierro a la lumbre. Prometió emitir un decreto en los próximos días para liberar a presos que cumplan con algunos supuestos: ser del fuero federal, no haber cometido crímenes de sangre, tener más de 75 años, estar en prisión con 10 años sin sentencia, ser mayor de 65 años con enfermedades crónicas y, la más polémica, liberar a todos los reos que demuestren haber sido víctimas de tortura, a través del protocolo de Estambul, sin importar el delito. Esa declaración pone contra la espada y la pared al Poder Judicial. Muchos de los supuestos de liberación ya se encuentran contemplados en la normatividad mexicanas; sin embargo, el caso de la excarcelación de las víctimas de tortura abre una caja de pandora de proporciones insospechadas. Delincuentes de alta peligrosidad estarían en la antesala de ser liberados, peor aún, todo preso federal intentará utilizar este mecanismo como pretexto para conseguir su libertad. La tortura debe ser erradicada del país, pero anuncios de esta naturaleza abre las puertas a confrontaciones con el Poder Judicial e, incluso, con el mismo ejército. Ese fierro amenaza con dilatarse a las brasas del fogón presidencial.

Fierros van y fierros vienen, López Obrador tiene varios en la lumbre. En el pasado ha sorteado varios sin problema y también ha salido quemado. Lozoya es un fierro que lo sigue quemando y puede volver a prenderse de un momento a otro. El tema del metro sigue presente, lo han intentado apagar; ahí sigue. Basta un soplido al carbón para que retome temperatura. Varios fierros más esperan turno para ocupar un espacio en la parrilla. …. El que juega con fuego eventualmente terminará quemándose, pronto veremos de que grado es la quemadura y cual fierro es el culpable.