/ viernes 12 de agosto de 2022

La voz del cácaro | El Valet: La receta del cine latino familiar

Por años, tanto los estudios de Hollywood como algunos actores, productores y directores mexicanos han hecho cine comercial enfocado al segmento latino de Estados Unidos, siempre buscando el taquillazo. Algunos han tronado en el intento, otros se han salido con la suya. En ese ir y venir, parece haber surgido una especie de receta para cocinar algo que podríamos definir como un cine “latino de corte familiar”. Una receta que se basa en un elenco que encanta, una historia repleta de giros argumentales, y como telón de fondo, el retrato de la típica familia latina. El Valet, la más reciente película de Eugenio Derbez, es un buen referente

Al igual que Coda, ganadora del Oscar a Mejor Película en 2022, y en la que participó Derbez con una sólida actuación, El Valet es un remake (refrito) de la cinta francesa con el mismo título. La historia de un pobre diablo, un buen hombre, al que la suerte de pronto le cambia la vida. Puede sonar trillado, ciertamente lo hemos visto muchas veces en la pantalla. Aun así la premisa continúa resultando atractivo para el público. Sobre todo tratándose de una comedia romántica.

En este caso el pobre diablo es Antonio Flores (Derbez), un mexicano que se gana la vida como valet parking, al lado de otros latinos, en la entrada de un restaurante de lujo en Beverly Hills. El escenario principal: las calles de Los Angeles, específicamente, las del Este de Los Angeles, que es donde habita una de las comunidades de mexicanos más numerosas de Estados Unidos. Es en ese ghetto, en ese México chiquito, de murales pintados en las paredes, de changarros y taquerías, donde vive Antonio con doña Cecilia, su jefecita (Carmen Salinas).

La típica familia mexicana (latina)

Aunque los productores (el propio Eugenio Derbez y Ben Odell) y los guionistas se esmeran en elaborar un retrato de los que sería una típica familia mexicana, el resultado es uno de esos tantos clichés acerca de la mexicanidad, que tanto dinero le han redituado a Hollywood en cintas como Coco, donde se usó la imaginería y el folclor del Día de Muertos mexicano para inventarse una historia de corte familiar que le dio la vuelta al mundo, y que recaudó más de ochocientos millones de dólares en taquilla. No es casual que tanto Coco como El Valet hayan sido distribuidas internacionalmente por Disney. En efecto, al ver el familión de Antonio, conformado su ex, su hijo, la hermana, el cuñado, el amante de su jefecita, y otros tantos gorrones, es imposible no pensar en la citada Coco. El ideal de la familia unida y solidaria, que junta es capaz de vencer cualquier bronca, es algo que para el latino representa mucho, y Hollywood ha aprendido a sacarle jugo.

Un elenco que encanta

Otro ingrediente para conquistar el mercado hispano, el cual compra una cuarta parte de la taquilla estadounidense anualmente, es contar un elenco multirracial, conformado no sólo por actores de países latinoamericanos, sino también de otros países considerados del tercer mundo desde la perspectiva hollywoodense. En el caso de El Valet los personajes, al menos los protagónicos, han sido escritos cuidadosamente. En este sentido el trabajo actoral de Derbez, aunado a la caracterización del personaje, dejan muy buen sabor de boca. Sin duda el Antonio Flores creado por Derbez, conecta y termina por conmover, pues es el reflejo del hombre latino bueno y chambeador, ese que le chinga de sol a sol y que normalmente es invisible a los ojos de los gringos.

Y no se diga cuando Antonio está al lado de Doña Cecilia, una Carmen Salinas, que si bien nos entrega el mismo papel -de abuela desmadroza y mustia- que le vimos durante sus últimos años, no por eso la pareja resulta menos entrañable. Algo parecido ocurre con los demás personajes del cuento, los cuales podrían ser unos higaditos, incluida la actriz australiana Samara Weaving, coprotagonista. Sin embargo en manos del cineasta Richard Wong y bajo la mirada del productor Derbez, el ensamble actoral sale bien librado. Y eso tiene su mérito, sobre todo en el caso del actor puertorriqueño Amaury Nolasco, el cual es medio mamón.

La receta

El guión de El Valet está lleno de vericuetos y tramas secundarias, que si bien en el papel se antojan entretenidas, en la práctica terminan por alargar la cinta haciéndola repetitiva. En su intento por no dejar cabos sueltos, dicho guión se empeña en cerrar a cada personaje con una escena memorable. El resultado es disparejo y un tanto frustrante; de pronto, cuando parece que todo ha llegado a su final, ocurre algo inesperadamente forzado, que provoca que el cuento siga contándose de forma gratuita. Todo ello hace sospechar que tanto Lionsgate como 3Pas Studios, compañías productoras del proyecto, llevaron a cabo un estudio de mercado entre el público latino para preguntarle cómo le gustaría que terminara la cinta. Y por lo que se ve, le hicieron caso al respetable.

Latino empoderado

Hoy por hoy Derbez es de los pocos cineastas mexicanos que la ha pegado entre el público hispano de Estados Unidos. Ha sabido sacarle partido a su enorme popularidad como actor cómico de televisión, y sobre todo, ha sabido adaptar su creatividad a una industria en la que el entretenimiento se ha estandarizado en fórmulas y recetas, que en gran medida garantizan el éxito. Su largo andar por la escuela de Televisa, sin duda le ha permitido conocer de primera mano los gustos y las fobias del público, y no sólo el mexicano, sino de toda Latinoamérica. Asimismo su alianza con una compañía como Lionsgate le ha dado buenos resultados, a la vez que le ha permitido desarrollar un estilo propio. No, no es el cine fellinesco de Cuarón, ni el cine fantástico de Del Toro, ni tampoco el cine brutalmente dramático de Iñárritu. El de Derbez es un cine honesto, dirigido a la gran familia latina. Esa que gana en dólares, pero que nunca deja de extrañar el terruño, que aunque la vio nacer, le negó todas las oportunidades. Ahí está el pan.

Por años, tanto los estudios de Hollywood como algunos actores, productores y directores mexicanos han hecho cine comercial enfocado al segmento latino de Estados Unidos, siempre buscando el taquillazo. Algunos han tronado en el intento, otros se han salido con la suya. En ese ir y venir, parece haber surgido una especie de receta para cocinar algo que podríamos definir como un cine “latino de corte familiar”. Una receta que se basa en un elenco que encanta, una historia repleta de giros argumentales, y como telón de fondo, el retrato de la típica familia latina. El Valet, la más reciente película de Eugenio Derbez, es un buen referente

Al igual que Coda, ganadora del Oscar a Mejor Película en 2022, y en la que participó Derbez con una sólida actuación, El Valet es un remake (refrito) de la cinta francesa con el mismo título. La historia de un pobre diablo, un buen hombre, al que la suerte de pronto le cambia la vida. Puede sonar trillado, ciertamente lo hemos visto muchas veces en la pantalla. Aun así la premisa continúa resultando atractivo para el público. Sobre todo tratándose de una comedia romántica.

En este caso el pobre diablo es Antonio Flores (Derbez), un mexicano que se gana la vida como valet parking, al lado de otros latinos, en la entrada de un restaurante de lujo en Beverly Hills. El escenario principal: las calles de Los Angeles, específicamente, las del Este de Los Angeles, que es donde habita una de las comunidades de mexicanos más numerosas de Estados Unidos. Es en ese ghetto, en ese México chiquito, de murales pintados en las paredes, de changarros y taquerías, donde vive Antonio con doña Cecilia, su jefecita (Carmen Salinas).

La típica familia mexicana (latina)

Aunque los productores (el propio Eugenio Derbez y Ben Odell) y los guionistas se esmeran en elaborar un retrato de los que sería una típica familia mexicana, el resultado es uno de esos tantos clichés acerca de la mexicanidad, que tanto dinero le han redituado a Hollywood en cintas como Coco, donde se usó la imaginería y el folclor del Día de Muertos mexicano para inventarse una historia de corte familiar que le dio la vuelta al mundo, y que recaudó más de ochocientos millones de dólares en taquilla. No es casual que tanto Coco como El Valet hayan sido distribuidas internacionalmente por Disney. En efecto, al ver el familión de Antonio, conformado su ex, su hijo, la hermana, el cuñado, el amante de su jefecita, y otros tantos gorrones, es imposible no pensar en la citada Coco. El ideal de la familia unida y solidaria, que junta es capaz de vencer cualquier bronca, es algo que para el latino representa mucho, y Hollywood ha aprendido a sacarle jugo.

Un elenco que encanta

Otro ingrediente para conquistar el mercado hispano, el cual compra una cuarta parte de la taquilla estadounidense anualmente, es contar un elenco multirracial, conformado no sólo por actores de países latinoamericanos, sino también de otros países considerados del tercer mundo desde la perspectiva hollywoodense. En el caso de El Valet los personajes, al menos los protagónicos, han sido escritos cuidadosamente. En este sentido el trabajo actoral de Derbez, aunado a la caracterización del personaje, dejan muy buen sabor de boca. Sin duda el Antonio Flores creado por Derbez, conecta y termina por conmover, pues es el reflejo del hombre latino bueno y chambeador, ese que le chinga de sol a sol y que normalmente es invisible a los ojos de los gringos.

Y no se diga cuando Antonio está al lado de Doña Cecilia, una Carmen Salinas, que si bien nos entrega el mismo papel -de abuela desmadroza y mustia- que le vimos durante sus últimos años, no por eso la pareja resulta menos entrañable. Algo parecido ocurre con los demás personajes del cuento, los cuales podrían ser unos higaditos, incluida la actriz australiana Samara Weaving, coprotagonista. Sin embargo en manos del cineasta Richard Wong y bajo la mirada del productor Derbez, el ensamble actoral sale bien librado. Y eso tiene su mérito, sobre todo en el caso del actor puertorriqueño Amaury Nolasco, el cual es medio mamón.

La receta

El guión de El Valet está lleno de vericuetos y tramas secundarias, que si bien en el papel se antojan entretenidas, en la práctica terminan por alargar la cinta haciéndola repetitiva. En su intento por no dejar cabos sueltos, dicho guión se empeña en cerrar a cada personaje con una escena memorable. El resultado es disparejo y un tanto frustrante; de pronto, cuando parece que todo ha llegado a su final, ocurre algo inesperadamente forzado, que provoca que el cuento siga contándose de forma gratuita. Todo ello hace sospechar que tanto Lionsgate como 3Pas Studios, compañías productoras del proyecto, llevaron a cabo un estudio de mercado entre el público latino para preguntarle cómo le gustaría que terminara la cinta. Y por lo que se ve, le hicieron caso al respetable.

Latino empoderado

Hoy por hoy Derbez es de los pocos cineastas mexicanos que la ha pegado entre el público hispano de Estados Unidos. Ha sabido sacarle partido a su enorme popularidad como actor cómico de televisión, y sobre todo, ha sabido adaptar su creatividad a una industria en la que el entretenimiento se ha estandarizado en fórmulas y recetas, que en gran medida garantizan el éxito. Su largo andar por la escuela de Televisa, sin duda le ha permitido conocer de primera mano los gustos y las fobias del público, y no sólo el mexicano, sino de toda Latinoamérica. Asimismo su alianza con una compañía como Lionsgate le ha dado buenos resultados, a la vez que le ha permitido desarrollar un estilo propio. No, no es el cine fellinesco de Cuarón, ni el cine fantástico de Del Toro, ni tampoco el cine brutalmente dramático de Iñárritu. El de Derbez es un cine honesto, dirigido a la gran familia latina. Esa que gana en dólares, pero que nunca deja de extrañar el terruño, que aunque la vio nacer, le negó todas las oportunidades. Ahí está el pan.