/ jueves 10 de enero de 2019

“La fe como guía”

La fe es un acto humano, cualquier otro animal no puede tener fe, la fe es un acto de consciencia y por ello los animales no racionales, por muy avanzada que sea su inteligencia, no llega a ser un acto consciente como el del ser humano.

La fe es traducida también como un acto de confianza, la seguridad en la realización de una conducta de otra persona, en un acontecimiento de la naturaleza, o incluso, el comportamiento de un animal.

La fe no es un acto condicionado; por lo regular es un acto unilateral condicionado únicamente por el ser humano que decide confiar o tener fe en algo o en alguien.

La fe no se constriñe al ámbito teológico o religioso, sino que ésta puede aplicarse a cualquier aspecto de nuestra vida. Podemos tener fe en que las cosas saldrán mejor; en que una persona no nos defraudará, en que la naturaleza se comportará de determinada forma, en que un determinado Dios no nos castigará o nos bendecirá; en que “se alineen” los astros y todo marche bien. En fin, la fe la podemos tener prácticamente en cualquier situación en la que necesitemos confiar, sin necesidad de esperar una promesa o compromiso de la otra parte, sea éste o ésta un ente pensante o simplemente un algo.

Inicia un nuevo año, un nuevo ciclo, “un fuego nuevo” en términos de la cosmovisión mexica. Regularmente el inicio de un ciclo, cualquiera que éste sea o a lo que sea que se refiera, nos da oportunidad de renovar nuestras esperanzas, nuestra confianza o nuestra fe en que tendremos una vida mejor que en el ciclo anterior.

La aspiración también es un acto fundamentalmente humano. A manera de broma, a mis alumnos en la carrera de Derecho al explicarles el ser, el deber y el deber-ser; así como, la voluntad y libertad que tenemos los seres humanos como entes autoteleológicos, les comento que hasta hoy no se ha sabido de un animal que por la mañana despierte con la firme convicción e intención de ser el mejor animal del entorno o simplemente ser mejor que el día anterior. Esto, porque para desear o tener la voluntad de superación o aspiración, se debe tener consciencia. Y ésta es una característica del ser humano, no de los animales irracionales.

Bien, de regreso a nuestro tema principal, los deseos renovados de esperanza, confianza, creencia o simplemente fe; en que las cosas saldrán mejor este año que el pasado, no debe quedarse en un acto unilateral condicionado a la voluntad de otro ente pensante o no, o a un objeto o cosa.

La fe humana debe ir acompañada de acciones, de actos u omisiones que construyan nuestro futuro, que condicionen nuestra situación por venir o que eliminen los obstáculos que nos impidan realizar nuestra aspiración.

La fe como guía es sólo eso, una guía; un faro que señala el camino, pero ese camino debe construirse por uno mismo.

La fe es un acto humano, cualquier otro animal no puede tener fe, la fe es un acto de consciencia y por ello los animales no racionales, por muy avanzada que sea su inteligencia, no llega a ser un acto consciente como el del ser humano.

La fe es traducida también como un acto de confianza, la seguridad en la realización de una conducta de otra persona, en un acontecimiento de la naturaleza, o incluso, el comportamiento de un animal.

La fe no es un acto condicionado; por lo regular es un acto unilateral condicionado únicamente por el ser humano que decide confiar o tener fe en algo o en alguien.

La fe no se constriñe al ámbito teológico o religioso, sino que ésta puede aplicarse a cualquier aspecto de nuestra vida. Podemos tener fe en que las cosas saldrán mejor; en que una persona no nos defraudará, en que la naturaleza se comportará de determinada forma, en que un determinado Dios no nos castigará o nos bendecirá; en que “se alineen” los astros y todo marche bien. En fin, la fe la podemos tener prácticamente en cualquier situación en la que necesitemos confiar, sin necesidad de esperar una promesa o compromiso de la otra parte, sea éste o ésta un ente pensante o simplemente un algo.

Inicia un nuevo año, un nuevo ciclo, “un fuego nuevo” en términos de la cosmovisión mexica. Regularmente el inicio de un ciclo, cualquiera que éste sea o a lo que sea que se refiera, nos da oportunidad de renovar nuestras esperanzas, nuestra confianza o nuestra fe en que tendremos una vida mejor que en el ciclo anterior.

La aspiración también es un acto fundamentalmente humano. A manera de broma, a mis alumnos en la carrera de Derecho al explicarles el ser, el deber y el deber-ser; así como, la voluntad y libertad que tenemos los seres humanos como entes autoteleológicos, les comento que hasta hoy no se ha sabido de un animal que por la mañana despierte con la firme convicción e intención de ser el mejor animal del entorno o simplemente ser mejor que el día anterior. Esto, porque para desear o tener la voluntad de superación o aspiración, se debe tener consciencia. Y ésta es una característica del ser humano, no de los animales irracionales.

Bien, de regreso a nuestro tema principal, los deseos renovados de esperanza, confianza, creencia o simplemente fe; en que las cosas saldrán mejor este año que el pasado, no debe quedarse en un acto unilateral condicionado a la voluntad de otro ente pensante o no, o a un objeto o cosa.

La fe humana debe ir acompañada de acciones, de actos u omisiones que construyan nuestro futuro, que condicionen nuestra situación por venir o que eliminen los obstáculos que nos impidan realizar nuestra aspiración.

La fe como guía es sólo eso, una guía; un faro que señala el camino, pero ese camino debe construirse por uno mismo.

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