/ viernes 18 de enero de 2019

La evangelización laica de López Obrador

Hace unos días, el presidente López Obrador presentó en sus ruedas de prensa matutinas, la Cartilla Moral con la cual pretende que a los adultos mayores que se les hará entrega de la pensión de 68 y más, realicen una labor de alfabetización moral con las personas de su entorno. El proyecto ha desatado una serie de comentarios a nivel de “burla” de parte de la oposición, al cuestionar que con un proyecto así, se pueda moralizar a la sociedad mexicana. Se entiende que la oposición reaccione de esa forma, y más cuando ahora se tiene a una oposición que se ha trocado en una oposición del NO, como en su momento lo fue Morena con López Obrador. Pero, analicemos con seriedad, ¿qué tan fuera de lugar es esta iniciativa del presidente? Veamos.

Partamos de una realidad: actualmente se tiene una grave crisis de valores en la sociedad mexicana. Eso es una realidad innegable. Los periódicos dan cuenta de ello todos los días. Los niveles de violencia que se tienen en el país, han socavado el tejido social en aquellas entidades que han sido presas de la violencia. Al mismo tiempo, la tarea que ha realizado el sistema educativo nacional a través de la educación cívica, ha sido insuficiente ante la gravedad del problema. La respuesta que han ofrecido los gobiernos anteriores, ha sido la fuerza pública y la inteligencia militar para enfrentar un problema que tiene un origen multicausal.

La propuesta de López Obrador en realidad no es “sorpresiva”, puesto que se encuadra en su biografía política. Además, en el tema de la violencia su concepción del problema es sociológica, por ello ha integrado en los últimos 18 años la propuesta de combatir la violencia a través del combate a la pobreza y la desigualdad. De ahí que proponga la creación de empleo y el fomento de la educación como vía para enfrentar la violencia en el país. Ese ha sido su pronunciamiento por lo menos en las últimas dos décadas; y por ese derrotero conducirá la política pública. Además de integrar a la ecuación a la Guardia Nacional.

No obstante, me da la impresión que el presidente entiende muy bien, que la tarea del gobierno es insuficiente para enfrentar la complejidad del problema. Y para ello requiere el respaldo de la sociedad. No obstante, para que ello ocurra es necesaria una “cruzada moral”, que permita “recuperar” los valores que le dieron forma y sentido históricamente a la identidad nacional del pueblo mexicano. Y qué mejor capital humano para una tarea de ese tipo, que los adultos mayores. Y aquí el tema se torna interesante. Si ésta es la idea de López Obrador, ¿pueden llevar adelante una tarea de alfabetización nuestros adultos mayores en México? En términos formales, por supuesto que sí.

De hecho, como señala la Dra. Isabel Ramírez, los adultos mayores tienen la ventaja -en términos pedagógicos- de escuchar, de poner atención y de repetir las cosas las veces que sean necesarias, puesto que disponen del tiempo suficiente. En ese sentido, representan un activo de suma importancia para un proyecto alfabetizador. Así, la idea no es descabellada. Al contrario, representa una “idea brillante” en términos educativos, si se consideran dos factores adicionales: a) De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del 2015 de INEGI, la población que se ubica en los rangos de edad de 65 a 84 años representa el 7.2% de la población mexicana. Lo cual es una cifra considerable, puesto que representa un ejército numeroso de educadores informales si se articulan de forma adecuada. Y que puede ser de suma efectivo, sobre todo si lleva el respaldo del Presidente de la República.

A nadie se le había ocurrido eso en México, “moralizar a la sociedad mexicana” a través de los “adultos mayores”. El hecho representa un retorno a los principios básicos de la socialización; es decir, al hecho de que las generaciones mayores les transmitan a las generaciones de hoy, la herencia cultural que les tocó vivir. Además, el hecho en sí es una responsabilidad histórica de parte de nuestros viejos; pero ningún presidente lo había visto desde esta perspectiva. El canon tradicional era observar a un presidente atender la tarea de gobierno desde las frías aguas de la política pública y de la esfera macroeconómica. De ahí que la construcción axiológica del alumno, igualmente se inscribía en la esfera de la política pública (educativa) y, por ende, no rebasaba las fronteras del libro de texto y la tarea del docente en el salón de clase. En ese sentido, la idea del presidente es muy valiosa en términos educativos.

Y para tal efecto, recurre a la tradición mexicana. Y recoge de un proyecto alfabetizador desarrollado por el Secretario de Educación Pública en el gobierno de Manuel Ávila Camacho, Jaime Torres Bodet, la idea de una constitución moral escrita por el intelectual mexicano Alfonso Reyes en 1944. La concepción de la moral de Alfonso Reyes tiene que ver con dos aspectos centrales: 1) Hacer el bien; y 2) Respetar la ley. El primero se inscribe como un principio moral, el segundo como un principio cívico. Pero ambos discurren hacia un mismo objetivo: respetarnos entre nosotros, como sociedad y respetar y amar a la patria. “Este sentimiento (de amar a la Patria) -señala Alfonso Reyes- debe impulsarnos a hacer por nuestra nación todo lo que podamos, aun en casos en que no nos lo exijan las leyes”. Respetar al prójimo y amar a la patria. Principios que en su momento se tuvieron en nuestro país y que en el camino los extraviamos.

Ahora bien, ¿hay experiencias exitosas al respecto? En el plano de la educación sí. En La India, el físico y educador Sugata Mitra, desarrolló un proyecto que denominó “Las abuelas en la nube”. Se trata de un proyecto donde mujeres (inglesas) de la tercera edad enseñaban ingles a los niños de distintas partes del mundo a través de la red. El programa ha sido sumamente exitoso, y lo ha sido precisamente por las condiciones del perfil que señala la Dra. Isabel Ramírez de las personas de la tercera edad.

En el caso del proyecto de López Obrador, el proyecto sería presencial. Y con un incentivo adicional: se pretende que se integre de igual forma al sistema educativo como parte de los libros de texto. así, tanto en las aulas, como en los hogares, el proyecto consistirá en alfabetizar(nos) en un área que le da sentido a la existencia de todo ser humano, los valores.

La iniciativa genera crítica por parte de los adversarios del presidente; pero desde la educación la celebramos. Es una idea genial, puesto que nos pone frente al compromiso de reencontrar el rumbo que perdimos en toda esta era de violencia y corrupción que ha sufrido el país. Es un proyecto evangelizador, moral; pero laico.

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (Ciinsev).

Hace unos días, el presidente López Obrador presentó en sus ruedas de prensa matutinas, la Cartilla Moral con la cual pretende que a los adultos mayores que se les hará entrega de la pensión de 68 y más, realicen una labor de alfabetización moral con las personas de su entorno. El proyecto ha desatado una serie de comentarios a nivel de “burla” de parte de la oposición, al cuestionar que con un proyecto así, se pueda moralizar a la sociedad mexicana. Se entiende que la oposición reaccione de esa forma, y más cuando ahora se tiene a una oposición que se ha trocado en una oposición del NO, como en su momento lo fue Morena con López Obrador. Pero, analicemos con seriedad, ¿qué tan fuera de lugar es esta iniciativa del presidente? Veamos.

Partamos de una realidad: actualmente se tiene una grave crisis de valores en la sociedad mexicana. Eso es una realidad innegable. Los periódicos dan cuenta de ello todos los días. Los niveles de violencia que se tienen en el país, han socavado el tejido social en aquellas entidades que han sido presas de la violencia. Al mismo tiempo, la tarea que ha realizado el sistema educativo nacional a través de la educación cívica, ha sido insuficiente ante la gravedad del problema. La respuesta que han ofrecido los gobiernos anteriores, ha sido la fuerza pública y la inteligencia militar para enfrentar un problema que tiene un origen multicausal.

La propuesta de López Obrador en realidad no es “sorpresiva”, puesto que se encuadra en su biografía política. Además, en el tema de la violencia su concepción del problema es sociológica, por ello ha integrado en los últimos 18 años la propuesta de combatir la violencia a través del combate a la pobreza y la desigualdad. De ahí que proponga la creación de empleo y el fomento de la educación como vía para enfrentar la violencia en el país. Ese ha sido su pronunciamiento por lo menos en las últimas dos décadas; y por ese derrotero conducirá la política pública. Además de integrar a la ecuación a la Guardia Nacional.

No obstante, me da la impresión que el presidente entiende muy bien, que la tarea del gobierno es insuficiente para enfrentar la complejidad del problema. Y para ello requiere el respaldo de la sociedad. No obstante, para que ello ocurra es necesaria una “cruzada moral”, que permita “recuperar” los valores que le dieron forma y sentido históricamente a la identidad nacional del pueblo mexicano. Y qué mejor capital humano para una tarea de ese tipo, que los adultos mayores. Y aquí el tema se torna interesante. Si ésta es la idea de López Obrador, ¿pueden llevar adelante una tarea de alfabetización nuestros adultos mayores en México? En términos formales, por supuesto que sí.

De hecho, como señala la Dra. Isabel Ramírez, los adultos mayores tienen la ventaja -en términos pedagógicos- de escuchar, de poner atención y de repetir las cosas las veces que sean necesarias, puesto que disponen del tiempo suficiente. En ese sentido, representan un activo de suma importancia para un proyecto alfabetizador. Así, la idea no es descabellada. Al contrario, representa una “idea brillante” en términos educativos, si se consideran dos factores adicionales: a) De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del 2015 de INEGI, la población que se ubica en los rangos de edad de 65 a 84 años representa el 7.2% de la población mexicana. Lo cual es una cifra considerable, puesto que representa un ejército numeroso de educadores informales si se articulan de forma adecuada. Y que puede ser de suma efectivo, sobre todo si lleva el respaldo del Presidente de la República.

A nadie se le había ocurrido eso en México, “moralizar a la sociedad mexicana” a través de los “adultos mayores”. El hecho representa un retorno a los principios básicos de la socialización; es decir, al hecho de que las generaciones mayores les transmitan a las generaciones de hoy, la herencia cultural que les tocó vivir. Además, el hecho en sí es una responsabilidad histórica de parte de nuestros viejos; pero ningún presidente lo había visto desde esta perspectiva. El canon tradicional era observar a un presidente atender la tarea de gobierno desde las frías aguas de la política pública y de la esfera macroeconómica. De ahí que la construcción axiológica del alumno, igualmente se inscribía en la esfera de la política pública (educativa) y, por ende, no rebasaba las fronteras del libro de texto y la tarea del docente en el salón de clase. En ese sentido, la idea del presidente es muy valiosa en términos educativos.

Y para tal efecto, recurre a la tradición mexicana. Y recoge de un proyecto alfabetizador desarrollado por el Secretario de Educación Pública en el gobierno de Manuel Ávila Camacho, Jaime Torres Bodet, la idea de una constitución moral escrita por el intelectual mexicano Alfonso Reyes en 1944. La concepción de la moral de Alfonso Reyes tiene que ver con dos aspectos centrales: 1) Hacer el bien; y 2) Respetar la ley. El primero se inscribe como un principio moral, el segundo como un principio cívico. Pero ambos discurren hacia un mismo objetivo: respetarnos entre nosotros, como sociedad y respetar y amar a la patria. “Este sentimiento (de amar a la Patria) -señala Alfonso Reyes- debe impulsarnos a hacer por nuestra nación todo lo que podamos, aun en casos en que no nos lo exijan las leyes”. Respetar al prójimo y amar a la patria. Principios que en su momento se tuvieron en nuestro país y que en el camino los extraviamos.

Ahora bien, ¿hay experiencias exitosas al respecto? En el plano de la educación sí. En La India, el físico y educador Sugata Mitra, desarrolló un proyecto que denominó “Las abuelas en la nube”. Se trata de un proyecto donde mujeres (inglesas) de la tercera edad enseñaban ingles a los niños de distintas partes del mundo a través de la red. El programa ha sido sumamente exitoso, y lo ha sido precisamente por las condiciones del perfil que señala la Dra. Isabel Ramírez de las personas de la tercera edad.

En el caso del proyecto de López Obrador, el proyecto sería presencial. Y con un incentivo adicional: se pretende que se integre de igual forma al sistema educativo como parte de los libros de texto. así, tanto en las aulas, como en los hogares, el proyecto consistirá en alfabetizar(nos) en un área que le da sentido a la existencia de todo ser humano, los valores.

La iniciativa genera crítica por parte de los adversarios del presidente; pero desde la educación la celebramos. Es una idea genial, puesto que nos pone frente al compromiso de reencontrar el rumbo que perdimos en toda esta era de violencia y corrupción que ha sufrido el país. Es un proyecto evangelizador, moral; pero laico.

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación Educativa del Sistema Educativo Valladolid (Ciinsev).

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