/ domingo 16 de diciembre de 2018

La apuesta Educativa de López Obrador

En la colaboración de la semana pasada señalamos a propósito de la interrogante “¿cuál podría ser el legado de López Obrador a la educación?”, y al respecto señalamos lo siguiente: “Una educación cercana a las familias con menos recursos económicos. ¿Y por qué lo afirmo? Porque la visión de la educación de parte de López Obrador, es sociológica. Y esta perspectiva del tabasqueño, lo que puede empujar es que el derecho a la educación se haga efectivo para familias con mayor rezago social y económico”. Y agregábamos: “Ese podría ser el legado de Obrador en materia educativa. Así que, no esperemos transformaciones radicales en lo referente a la educación durante el gobierno de López Obrador. Lo que hay que esperar es que se transforme el rostro de las estadísticas que actualmente reflejan un México brutalmente desigual”. (El Sol de Mazatlán, 7 de diciembre del 2018).

El pronunciamiento que realizó este 12 de diciembre, confirma lo que señalamos en la colaboración de la semana pasada: la apuesta de López Obrador va en el sentido de hacer efectivo el derecho a la educación en México para la población más desfavorecida. Por ende, uno de los ejes centrales es el concepto de equidad. “Hay que romper el círculo -afirma Moctezuma Barragán- en el cual la educación más pobre se da a los más pobres del país”. Y por ello se afirma que se va a fortalecer el sistema educativo, para generar una política educativa incluyente con énfasis en la educación indígena, para combatir las desigualdades sociales.

En el mismo sentido, se establece que a las escuelas de Educación Básica de las zonas más vulnerables, se les apoyará con acciones de carácter alimentario, y se “respaldará a los estudiantes en desventaja”. Asimismo, se otorgará la beca Benito Juárez para evitar la deserción y fomentar la permanencia en la escuela.

La inclusión, se íntegra también en cuanto al acceso a la educación. Se afirma que se van a construir 100 universidades públicas y se otorgarán 300 mil becas, para que nadie se quede sin estudiar. Al tiempo que se declara que la gratuidad de la educación se extenderá hasta el nivel universitario. Lo cual traerá -desde nuestra perspectiva- una serie de complicaciones para las universidades públicas en operaciones, porque los ingresos que actualmente reciben por concepto de cuotas y de inscripciones ya no las recibirán, una vez que se apruebe el marco normativo que está presentando López Obrador.

Por otra parte, la propuesta educativa de López Obrador reivindica la labor de los maestros tanto en lo social y político, como en lo económico. En cuanto a lo primero, se marca una relación de respeto hacia los maestros al situarlos como los principales “agentes del cambio” de la educación en México. Lo anterior no es sólo retórica, puesto que se plantea un conjunto de medidas para cualificar y empoderar socialmente al maestro -y aquí se instala el segundo factor, el económico-: en cuanto a la cualificación se anuncia que se va a establecer un sistema permanente de formación y actualización, para mejorar los métodos de enseñanza de los maestros. Y para tal efecto, se declara incluso que se tendrá una “nueva pedagogía mexicana”. Consideración que nos genera bastante interés y que estaremos atentos para saber en qué consistirá esa “nueva pedagogía mexicana”. Asimismo, se señala que se fortalecerán las escuelas Normales, en aras de cualificar la formación inicial del maestro. En cuanto a lo económico, se anuncia que se implementará una “Nueva Carrera Magisterial”, lo cual es sustancial para devolverle al maestro un marco de promoción en razón del desempeño en clase.

Esta propuesta sociológica de López Obrador, se complementa con la derogación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE). Mismo que será sustituido por el Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación, el cual tendrá como función “la evaluación integral” del sistema educativo. Una función más que pertinente, puesto que en el plano de la evaluación, los únicos actores que eran sujetos de ser evaluados eran los maestros. Ninguna otra instancia de la cadena de mando estaba sujeta a esa condición. Ahora se está planteando que serán sujetos de evaluación instituciones, autoridades y actores de la educación. Lo cual es correcto.

Por cierto, ante la noticia de que se iba a derogar el INEE, algunos consejeros del instituto -entre los que se encontraba la actual presidenta de la Junta de Gobierno, Teresa Bracho González, así como los consejeros Patricia Vázquez Mercado, Sylvia Schmelkes del Valle y Bernardo Naranjo Piñera- ofrecieron una rueda de prensa para presentar su rechazo a una medida de este tipo. El argumento que se esgrimió fue que esa medida representaba “un atentado del nuevo gobierno contra el sistema de pesos y contrapesos de nuestra democracia, y en particular contra los órganos constitucionales autónomos. Esta separación y equilibrio de poderes -afirman-, es fundamental para el adecuado funcionamiento del estado democrático” (Educación Futura, 13 de diciembre del 2018).

A lo anterior habría que señalar que los consejeros han errado en su análisis. El INEE no puede ser contrapeso del Ejecutivo, sino coadyuvante de las autoridades educativas, en lo que respecta a la evaluación del sistema educativo nacional. Si ese hubiese sido el caso, habrían manifestado la oposición debida a la evaluación de los maestros. No fue así y terminaron por mostrar la claudicación a su “autonomía”, a tal grado que los designios del secretario de Educación Pública fueron asumidos sin “contrapeso alguno”. En parte, esa renuncia a su autonomía es lo que está dando al traste al INEE. Es risible -por decir lo menos-, que ahora recurran al argumento de la autonomía cuando en una decisión toral renunciaron a ese derecho. No tuvieron la valentía de plantarle cara al presidente Peña Nieto y al secretario de Educación y decirles que lo que hacían era incorrecto, incluso como principio pedagógico: no se puede evaluar sin un diagnóstico previo. Lo adecuado hubiera sido si la evaluación se hubiese realizado con un diagnóstico previo, luego la capacitación y al final la evaluación. Empezaron con el final y ahí están los resultados. La gente del INEE lo sabía y no dijeron nada. Ahora no pueden alegar “autonomía” cuando en su momento aplaudían y defendían a ultranza al poder al cual ahora buscan hacer contrapeso. Es risible.

En suma, la propuesta educativa de López Obrador es una apuesta sociológica: pretende hacer efectivo el derecho a la educación para los más desfavorecidos. Al mismo tiempo, generar condiciones para el acceso a la educación en todos los niveles educativos, creando más infraestructura educativa y generando recursos económicos para los alumnos de escasos recursos. Asimismo, apuesta por empoderar al maestro ubicándolo en el centro del cambio educativo. Y en el medio de la apuesta, se tiene a un Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación, como coadyuvante en el diseño de los nuevos planes y programas de estudio, así como de la evaluación por desempeño de todos los actores participantes en la educación.

La apuesta suena bien… y se inscribe en lo que señalamos en la pasada colaboración. Ahora, como lo señalamos anteriormente, “lo que hay que esperar es que se transforme el rostro de las estadísticas que actualmente reflejan un México brutalmente desigual”.

Al tiempo…

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación del Sistema Educativo Valladolid (Ciinsev).

En la colaboración de la semana pasada señalamos a propósito de la interrogante “¿cuál podría ser el legado de López Obrador a la educación?”, y al respecto señalamos lo siguiente: “Una educación cercana a las familias con menos recursos económicos. ¿Y por qué lo afirmo? Porque la visión de la educación de parte de López Obrador, es sociológica. Y esta perspectiva del tabasqueño, lo que puede empujar es que el derecho a la educación se haga efectivo para familias con mayor rezago social y económico”. Y agregábamos: “Ese podría ser el legado de Obrador en materia educativa. Así que, no esperemos transformaciones radicales en lo referente a la educación durante el gobierno de López Obrador. Lo que hay que esperar es que se transforme el rostro de las estadísticas que actualmente reflejan un México brutalmente desigual”. (El Sol de Mazatlán, 7 de diciembre del 2018).

El pronunciamiento que realizó este 12 de diciembre, confirma lo que señalamos en la colaboración de la semana pasada: la apuesta de López Obrador va en el sentido de hacer efectivo el derecho a la educación en México para la población más desfavorecida. Por ende, uno de los ejes centrales es el concepto de equidad. “Hay que romper el círculo -afirma Moctezuma Barragán- en el cual la educación más pobre se da a los más pobres del país”. Y por ello se afirma que se va a fortalecer el sistema educativo, para generar una política educativa incluyente con énfasis en la educación indígena, para combatir las desigualdades sociales.

En el mismo sentido, se establece que a las escuelas de Educación Básica de las zonas más vulnerables, se les apoyará con acciones de carácter alimentario, y se “respaldará a los estudiantes en desventaja”. Asimismo, se otorgará la beca Benito Juárez para evitar la deserción y fomentar la permanencia en la escuela.

La inclusión, se íntegra también en cuanto al acceso a la educación. Se afirma que se van a construir 100 universidades públicas y se otorgarán 300 mil becas, para que nadie se quede sin estudiar. Al tiempo que se declara que la gratuidad de la educación se extenderá hasta el nivel universitario. Lo cual traerá -desde nuestra perspectiva- una serie de complicaciones para las universidades públicas en operaciones, porque los ingresos que actualmente reciben por concepto de cuotas y de inscripciones ya no las recibirán, una vez que se apruebe el marco normativo que está presentando López Obrador.

Por otra parte, la propuesta educativa de López Obrador reivindica la labor de los maestros tanto en lo social y político, como en lo económico. En cuanto a lo primero, se marca una relación de respeto hacia los maestros al situarlos como los principales “agentes del cambio” de la educación en México. Lo anterior no es sólo retórica, puesto que se plantea un conjunto de medidas para cualificar y empoderar socialmente al maestro -y aquí se instala el segundo factor, el económico-: en cuanto a la cualificación se anuncia que se va a establecer un sistema permanente de formación y actualización, para mejorar los métodos de enseñanza de los maestros. Y para tal efecto, se declara incluso que se tendrá una “nueva pedagogía mexicana”. Consideración que nos genera bastante interés y que estaremos atentos para saber en qué consistirá esa “nueva pedagogía mexicana”. Asimismo, se señala que se fortalecerán las escuelas Normales, en aras de cualificar la formación inicial del maestro. En cuanto a lo económico, se anuncia que se implementará una “Nueva Carrera Magisterial”, lo cual es sustancial para devolverle al maestro un marco de promoción en razón del desempeño en clase.

Esta propuesta sociológica de López Obrador, se complementa con la derogación del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE). Mismo que será sustituido por el Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación, el cual tendrá como función “la evaluación integral” del sistema educativo. Una función más que pertinente, puesto que en el plano de la evaluación, los únicos actores que eran sujetos de ser evaluados eran los maestros. Ninguna otra instancia de la cadena de mando estaba sujeta a esa condición. Ahora se está planteando que serán sujetos de evaluación instituciones, autoridades y actores de la educación. Lo cual es correcto.

Por cierto, ante la noticia de que se iba a derogar el INEE, algunos consejeros del instituto -entre los que se encontraba la actual presidenta de la Junta de Gobierno, Teresa Bracho González, así como los consejeros Patricia Vázquez Mercado, Sylvia Schmelkes del Valle y Bernardo Naranjo Piñera- ofrecieron una rueda de prensa para presentar su rechazo a una medida de este tipo. El argumento que se esgrimió fue que esa medida representaba “un atentado del nuevo gobierno contra el sistema de pesos y contrapesos de nuestra democracia, y en particular contra los órganos constitucionales autónomos. Esta separación y equilibrio de poderes -afirman-, es fundamental para el adecuado funcionamiento del estado democrático” (Educación Futura, 13 de diciembre del 2018).

A lo anterior habría que señalar que los consejeros han errado en su análisis. El INEE no puede ser contrapeso del Ejecutivo, sino coadyuvante de las autoridades educativas, en lo que respecta a la evaluación del sistema educativo nacional. Si ese hubiese sido el caso, habrían manifestado la oposición debida a la evaluación de los maestros. No fue así y terminaron por mostrar la claudicación a su “autonomía”, a tal grado que los designios del secretario de Educación Pública fueron asumidos sin “contrapeso alguno”. En parte, esa renuncia a su autonomía es lo que está dando al traste al INEE. Es risible -por decir lo menos-, que ahora recurran al argumento de la autonomía cuando en una decisión toral renunciaron a ese derecho. No tuvieron la valentía de plantarle cara al presidente Peña Nieto y al secretario de Educación y decirles que lo que hacían era incorrecto, incluso como principio pedagógico: no se puede evaluar sin un diagnóstico previo. Lo adecuado hubiera sido si la evaluación se hubiese realizado con un diagnóstico previo, luego la capacitación y al final la evaluación. Empezaron con el final y ahí están los resultados. La gente del INEE lo sabía y no dijeron nada. Ahora no pueden alegar “autonomía” cuando en su momento aplaudían y defendían a ultranza al poder al cual ahora buscan hacer contrapeso. Es risible.

En suma, la propuesta educativa de López Obrador es una apuesta sociológica: pretende hacer efectivo el derecho a la educación para los más desfavorecidos. Al mismo tiempo, generar condiciones para el acceso a la educación en todos los niveles educativos, creando más infraestructura educativa y generando recursos económicos para los alumnos de escasos recursos. Asimismo, apuesta por empoderar al maestro ubicándolo en el centro del cambio educativo. Y en el medio de la apuesta, se tiene a un Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio y la Mejora Continua de la Educación, como coadyuvante en el diseño de los nuevos planes y programas de estudio, así como de la evaluación por desempeño de todos los actores participantes en la educación.

La apuesta suena bien… y se inscribe en lo que señalamos en la pasada colaboración. Ahora, como lo señalamos anteriormente, “lo que hay que esperar es que se transforme el rostro de las estadísticas que actualmente reflejan un México brutalmente desigual”.

Al tiempo…

*Investigador Titular del Centro de Investigación e Innovación del Sistema Educativo Valladolid (Ciinsev).

ÚLTIMASCOLUMNAS