/ lunes 13 de julio de 2020

Inclusión financiera de los jóvenes, una realidad

Uno de los compromisos programáticos más importantes del movimiento llamado Cuarta Transformación, es dar un nuevo trato a los jóvenes. En esa línea se inscriben las reformas a la Ley de Instituciones de Crédito y del Código Civil Federal que el pasado mes de marzo fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación, para su vigencia. Con ello, se incorpora a casi 7 millones de jóvenes al sistema financiero a partir de los 15 años cumplidos, para que puedan abrir, por ellos mismos, sus propias cuentas bancarias.

Estas cuentas que abran los jóvenes, solo podrán estar limitadas a las transferencias provenientes de programas gubernamentales y cuando se trate de sueldos y salarios depositados por su patrón, con lo que se busca que esta política no se utilice para lavar dinero o en actos de corrupción. En ese marco es que se da el anuncio de que los recursos de las becas Benito Juárez ya podrán ser depositados en dichas cuentas bancarias.

Según la Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez, al segundo trimestre de 2020, tan solo en la modalidad de Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior (la cual correspondería a las edades para las cuales se enfocó la reforma arriba mencionada), se tienen registrados 3’936,500 becarios, de los cuales 119,613 corresponden al estado de Sinaloa.

Con estas nuevas políticas, nuestro país se incorpora a las orientaciones de la ONU y del Banco Mundial sobre la inclusión financiera de los jóvenes desde edades tempranas y el uso de tecnologías de información, como los celulares, para facilitar la apertura y el acceso a las cuentas. La base de datos Global Findex del Banco Mundial, por ejemplo, es una herramienta muy útil para conocer el estado que guardan los países en cuanto a la inclusión financiera, su importancia para el futuro y cómo avanza cada país en este aspecto.

En los países subdesarrollados, la transición hacia la adultez es mucho más difícil que en los países desarrollados y las generaciones jóvenes se vuelven jefes o jefas de familia a una edad más temprana. Por eso su inclusión financiera es una medida que contribuye a “no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera”.

También a nivel mundial, de acuerdo con la ONU, actualmente hay 33% menos de posibilidades de que los jóvenes tengan una cuenta de ahorro en comparación con los adultos y 44% menos posibilidades de que ahorren en una institución formal, aunque la penetración financiera varía por región. Las razones para esta marcada diferencia son las restricciones legales, los altos costos de transacción y los estereotipos negativos sobre la juventud. En México, por fortuna, estamos superando este trato discriminatorio y excluyente hacia las nuevas generaciones, gracias a la ampliación de derechos que significa el nuevo estado de bienestar social, que estamos construyendo.

El Banco Mundial ha enfatizado las razones por las que es importante la inclusión financiera. Por ejemplo, en calidad de titulares de las cuentas, las personas usan otros servicios financieros, como créditos y seguros, para iniciar y ampliar negocios, invertir en educación o salud, gestionar riesgos y sortear crisis financieras. Además, es un factor que propicia 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, a la que México debe responder.

Es importante considerar los retos actuales que enfrenta nuestro país en cuanto a la penetración de servicios financieros en la población. Según el Panorama de la Inclusión Financiera 2019, publicado por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), entre 2017 y 2019 apenas hubo un incremento de 7.7% de cuentas bancarias; en este sentido, el porcentaje de adultos con cuenta de captación en México es inferior a Chile, Brasil y Colombia. Por ello es una buena noticia que 7 millones de jóvenes mexicanos sean susceptibles de incorporarse al proceso de bancarización de sus actividades, contribuyendo así a reforzar su participación en todos los ámbitos de la vida económica, política y social de nuestro país.

Uno de los compromisos programáticos más importantes del movimiento llamado Cuarta Transformación, es dar un nuevo trato a los jóvenes. En esa línea se inscriben las reformas a la Ley de Instituciones de Crédito y del Código Civil Federal que el pasado mes de marzo fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación, para su vigencia. Con ello, se incorpora a casi 7 millones de jóvenes al sistema financiero a partir de los 15 años cumplidos, para que puedan abrir, por ellos mismos, sus propias cuentas bancarias.

Estas cuentas que abran los jóvenes, solo podrán estar limitadas a las transferencias provenientes de programas gubernamentales y cuando se trate de sueldos y salarios depositados por su patrón, con lo que se busca que esta política no se utilice para lavar dinero o en actos de corrupción. En ese marco es que se da el anuncio de que los recursos de las becas Benito Juárez ya podrán ser depositados en dichas cuentas bancarias.

Según la Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez, al segundo trimestre de 2020, tan solo en la modalidad de Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior (la cual correspondería a las edades para las cuales se enfocó la reforma arriba mencionada), se tienen registrados 3’936,500 becarios, de los cuales 119,613 corresponden al estado de Sinaloa.

Con estas nuevas políticas, nuestro país se incorpora a las orientaciones de la ONU y del Banco Mundial sobre la inclusión financiera de los jóvenes desde edades tempranas y el uso de tecnologías de información, como los celulares, para facilitar la apertura y el acceso a las cuentas. La base de datos Global Findex del Banco Mundial, por ejemplo, es una herramienta muy útil para conocer el estado que guardan los países en cuanto a la inclusión financiera, su importancia para el futuro y cómo avanza cada país en este aspecto.

En los países subdesarrollados, la transición hacia la adultez es mucho más difícil que en los países desarrollados y las generaciones jóvenes se vuelven jefes o jefas de familia a una edad más temprana. Por eso su inclusión financiera es una medida que contribuye a “no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera”.

También a nivel mundial, de acuerdo con la ONU, actualmente hay 33% menos de posibilidades de que los jóvenes tengan una cuenta de ahorro en comparación con los adultos y 44% menos posibilidades de que ahorren en una institución formal, aunque la penetración financiera varía por región. Las razones para esta marcada diferencia son las restricciones legales, los altos costos de transacción y los estereotipos negativos sobre la juventud. En México, por fortuna, estamos superando este trato discriminatorio y excluyente hacia las nuevas generaciones, gracias a la ampliación de derechos que significa el nuevo estado de bienestar social, que estamos construyendo.

El Banco Mundial ha enfatizado las razones por las que es importante la inclusión financiera. Por ejemplo, en calidad de titulares de las cuentas, las personas usan otros servicios financieros, como créditos y seguros, para iniciar y ampliar negocios, invertir en educación o salud, gestionar riesgos y sortear crisis financieras. Además, es un factor que propicia 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, a la que México debe responder.

Es importante considerar los retos actuales que enfrenta nuestro país en cuanto a la penetración de servicios financieros en la población. Según el Panorama de la Inclusión Financiera 2019, publicado por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), entre 2017 y 2019 apenas hubo un incremento de 7.7% de cuentas bancarias; en este sentido, el porcentaje de adultos con cuenta de captación en México es inferior a Chile, Brasil y Colombia. Por ello es una buena noticia que 7 millones de jóvenes mexicanos sean susceptibles de incorporarse al proceso de bancarización de sus actividades, contribuyendo así a reforzar su participación en todos los ámbitos de la vida económica, política y social de nuestro país.