/ viernes 29 de octubre de 2021

¡Hablemos de género!

Hay quienes reducen el tema a sus prejuicios y creencias, independientemente de su nivel económico o académico, eligen desdeñar o informarse someramente a través de lo que circula en redes sociales, sin seriedad, sin autentificación, y probablemente tergiversado. Hablar de género es muy amplio, hay discusiones conceptuales, teorías, posturas, autoras, autores, y sobre todo historia.

Para la Doctora Marcela Lagarde, contemporánea, con una amplia trayectoria, y galardonada con el reconocimiento Elvia Carrillo Puerto por la Cámara de Diputados y el Senado de la República, en momentos distintos, la perspectiva de género, irrita a quienes no quieren aprender, estudiar y hacer esfuerzos intelectuales, a quienes quieren todo facilito, simple y esquemático.

No es casualidad que hombres y mujeres opinemos desde el prejuicio o inclusive el privilegio, así es nuestro sistema de creencias y valores, no excluye cuando se trata de ignorancia. Todas, todos, todxs hemos crecido en el mismo sistema, el patriarcado, no hay un universo alterno donde escondernos de la misoginia, eventualmente nos alcanza.

Cuándo se trata de discriminación basada en género, y de violencia, no hay perfíl académico, socioeconómico, cultural o condición física, que excluya a las mujeres de padecerla en alguna de sus formas: psicológica, física, sexual, patrimonial, económica, con ocurrencia aislada o reiterada dentro y fuera del hogar.

En torno a ese sistema, que coloca a las mujeres en inferioridad, se asignan características, atributos, roles, comportamientos, y expectativas, por el hecho de nacer siendo mujer. En ello radica el cuestionamiento, la lucha y el argumento para exigir condiciones de igualdad en todos los ámbitos.

De la lectura Igualdad y Diferencia del jurista italiano Luigi Ferrajoli, donde se explican cuatro modelos de configuración jurídica de la diferencia, se interpreta que se asignan valores considerados privilegios a aquello masculino, como la fuerza y la valentía.

¿Cómo nos explicamos que tenemos una generación de mamás o abuelitas de más edad, que lo que las mujeres tenemos votando en México? ¿Cómo nos explican que aún persisten estereotipos que califican a las mujeres como ignorantes, impreparadas e inconscientes para participar en el ámbito político, económico, social, o incidir en la toma de decisiones de nuestro país?

De unos años a la fecha, los discursos que hablan de género, están presentes en la clase política, y en la vox populi; el tema y sus aristas, pasaron de la agenda sistémica a la agenda de gobierno, gracias a una persistente lucha con distintos tonos, identidades, y formas de pensamiento; no con un pliego petitorio cómo ha sucedido en movimientos estudiantiles, sindicales, u obreros, sino con una agenda.

La agenda de género se trata del reconocimiento de los derechos humanos, civiles, económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales; el divorcio, la guarda y custodia de los hijos (as), patrimonio, bienes, dinero, educación, condiciones de trabajo, el voto, la participación política, una vida libre de violencia, equidad, e igualdad...

Los grupos parlamentarios en el Congreso de la Unión, tienen coincidencias en sus planes de trabajo, como la necesidad de legislar en materia de violencias hacia las mujeres con nuevos tipos como la obstétrica, y la mediática. Los feminicidios, la justicia sexual y reproductiva, la salud e higiene menstrual, entre otros. El objetivo es eliminar cualquier laguna o expresión de prejuicio de género en la norma, que obstaculice el goce y disfrute de la igualdad plena.

Además de exigir que continúe el análisis de los ordenamientos jurídicos para legislar al respecto, e incorporar nuevos criterios emitidos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como lo es, la objeción de conciencia en casos de interrupción del embarazo, se encuentra la crítica o los retos hacia la eficacia y eficiencia de las políticas públicas, en materia de género.

En el Estado de Sinaloa, la agenda está encaminada a contar con una política pública con perspectiva de género, que reformula la estructura orgánica de la principal institución encargada del tema ISMujeres, y absorbe a otras como CEPAVIF y, Centro de Justicia para Mujeres, para conformar una Secretaría de Mujeres, tal como están establecidas en Ciudad de México, Estado de México, Yucatán, Zacatecas, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán, y Jalisco.

Cuando esta propuesta se implemente, no voy a extrañar la “autonomía” del ISMujeres, con sus sobrados agradecimientos al secretario general, al gobernador, o a la primera dama en turno, y mucho menos los procesos de designación de directora general.

Desde el deber ser de una política pública, la creación de la Secretaría de las Mujeres de Sinaloa, suena a una decisión acertada, para que efectivamente haya una coordinación y colaboración de todas las dependencias involucradas, y se logre el impulso necesario de acciones y programas, que posibilite el ejercicio pleno de todos los derechos de las mujeres.

Hay quienes reducen el tema a sus prejuicios y creencias, independientemente de su nivel económico o académico, eligen desdeñar o informarse someramente a través de lo que circula en redes sociales, sin seriedad, sin autentificación, y probablemente tergiversado. Hablar de género es muy amplio, hay discusiones conceptuales, teorías, posturas, autoras, autores, y sobre todo historia.

Para la Doctora Marcela Lagarde, contemporánea, con una amplia trayectoria, y galardonada con el reconocimiento Elvia Carrillo Puerto por la Cámara de Diputados y el Senado de la República, en momentos distintos, la perspectiva de género, irrita a quienes no quieren aprender, estudiar y hacer esfuerzos intelectuales, a quienes quieren todo facilito, simple y esquemático.

No es casualidad que hombres y mujeres opinemos desde el prejuicio o inclusive el privilegio, así es nuestro sistema de creencias y valores, no excluye cuando se trata de ignorancia. Todas, todos, todxs hemos crecido en el mismo sistema, el patriarcado, no hay un universo alterno donde escondernos de la misoginia, eventualmente nos alcanza.

Cuándo se trata de discriminación basada en género, y de violencia, no hay perfíl académico, socioeconómico, cultural o condición física, que excluya a las mujeres de padecerla en alguna de sus formas: psicológica, física, sexual, patrimonial, económica, con ocurrencia aislada o reiterada dentro y fuera del hogar.

En torno a ese sistema, que coloca a las mujeres en inferioridad, se asignan características, atributos, roles, comportamientos, y expectativas, por el hecho de nacer siendo mujer. En ello radica el cuestionamiento, la lucha y el argumento para exigir condiciones de igualdad en todos los ámbitos.

De la lectura Igualdad y Diferencia del jurista italiano Luigi Ferrajoli, donde se explican cuatro modelos de configuración jurídica de la diferencia, se interpreta que se asignan valores considerados privilegios a aquello masculino, como la fuerza y la valentía.

¿Cómo nos explicamos que tenemos una generación de mamás o abuelitas de más edad, que lo que las mujeres tenemos votando en México? ¿Cómo nos explican que aún persisten estereotipos que califican a las mujeres como ignorantes, impreparadas e inconscientes para participar en el ámbito político, económico, social, o incidir en la toma de decisiones de nuestro país?

De unos años a la fecha, los discursos que hablan de género, están presentes en la clase política, y en la vox populi; el tema y sus aristas, pasaron de la agenda sistémica a la agenda de gobierno, gracias a una persistente lucha con distintos tonos, identidades, y formas de pensamiento; no con un pliego petitorio cómo ha sucedido en movimientos estudiantiles, sindicales, u obreros, sino con una agenda.

La agenda de género se trata del reconocimiento de los derechos humanos, civiles, económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales; el divorcio, la guarda y custodia de los hijos (as), patrimonio, bienes, dinero, educación, condiciones de trabajo, el voto, la participación política, una vida libre de violencia, equidad, e igualdad...

Los grupos parlamentarios en el Congreso de la Unión, tienen coincidencias en sus planes de trabajo, como la necesidad de legislar en materia de violencias hacia las mujeres con nuevos tipos como la obstétrica, y la mediática. Los feminicidios, la justicia sexual y reproductiva, la salud e higiene menstrual, entre otros. El objetivo es eliminar cualquier laguna o expresión de prejuicio de género en la norma, que obstaculice el goce y disfrute de la igualdad plena.

Además de exigir que continúe el análisis de los ordenamientos jurídicos para legislar al respecto, e incorporar nuevos criterios emitidos por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como lo es, la objeción de conciencia en casos de interrupción del embarazo, se encuentra la crítica o los retos hacia la eficacia y eficiencia de las políticas públicas, en materia de género.

En el Estado de Sinaloa, la agenda está encaminada a contar con una política pública con perspectiva de género, que reformula la estructura orgánica de la principal institución encargada del tema ISMujeres, y absorbe a otras como CEPAVIF y, Centro de Justicia para Mujeres, para conformar una Secretaría de Mujeres, tal como están establecidas en Ciudad de México, Estado de México, Yucatán, Zacatecas, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Michoacán, y Jalisco.

Cuando esta propuesta se implemente, no voy a extrañar la “autonomía” del ISMujeres, con sus sobrados agradecimientos al secretario general, al gobernador, o a la primera dama en turno, y mucho menos los procesos de designación de directora general.

Desde el deber ser de una política pública, la creación de la Secretaría de las Mujeres de Sinaloa, suena a una decisión acertada, para que efectivamente haya una coordinación y colaboración de todas las dependencias involucradas, y se logre el impulso necesario de acciones y programas, que posibilite el ejercicio pleno de todos los derechos de las mujeres.