/ jueves 25 de marzo de 2021

Estas ruinas que ves

¿Sobre qué país quiere gobernar el presidente y quienes le secundan en el gobierno y en los otros órganos del Estado? ¿Existe en todos ellos, principalmente en López Obrador una reflexión sobre los resultados que en la realidad tienen las decisiones y las políticas que imponen en la nación? ¿Se gobierna con el objetivo de la cohesión social, el progreso, la transparencia, la rendición de cuentas, el bienestar y el crecimiento? O sobre otras ideas antagónicas e incompatibles.

No vaya a ser que por el desastroso manejo de las crisis, sanitaria, económica, social, energética y de crisis del Estado de Derecho, con la mayor disminución del PIB desde 1932, tengamos que decir que se gobierna en Estas ruinas que ves título de la novela del gran Jorge Ibargüengoitia, sucedida en la imaginaria Cuévano (se cree su natal Guanajuato, aunque puede extrapolarse al país entero), capital del estado de “Plan de Abajo”, donde los habitantes, como vemos día con día al presidente, presumen un “catálogo de ideas fijas cuevanenses”, que explican un poco el chauvinismo mexicano. Los orgullosos habitantes le dicen a cualquier forastero: “Esto que ve usted aquí -le dicen al visitante- “no es más que rastrojo de lo que fue”. A lo que el recién llegado debe responder: “¿Pero cómo rastrojo, si esta ciudad es una joya?” Ojalá y no digamos ahora como Ibargüengoitia hace decir al personaje Benjamín Padilla, sabio provinciano, quien considera que “la Independencia de México se debe a un juego de salón que acabó en desastre nacional”.

Y sin embargo -a la manera de Galileo-, los ciudadanos tenemos derechos, esto es, que si bien la concentración de poder a la que asistimos es inmensa y parece avallasadora, no estamos completamente a merced de los poderes metaconstitucionales de un grupo o de un solo hombre.

En el tema del Estado de Derecho, además de una tibia respuesta de nuestro presidente de la Suprema Corte de Justicia, el afortunado cúmulo de amparos interpuesto contra la contrarreforma energética del gobierno, Diego García-Sayán, Relator Especial para la Independencia de Jueces y Abogados de la ONU, hizo un llamado al gobierno mexicano para respetar las decisiones judiciales de los tribunales, y exigió que todas las instituciones públicas deben respetar la independencia de la judicatura, incluyendo al Ejecutivo, quien no debe efectuar intromisiones indebidas o injustificadas en los procesos judiciales, ni debe confrontar las decisiones judiciales de los tribunales.

El ejercicio del voto en junio y la actual exigencia en la rendición de cuentas, son derechos que los ciudadanos podemos activar. Como en febrero de 1776, dentro de las ideas políticas liberales dominantes en Filadelfia, que tuvieron un ascendiente posterior en el resurgir de los derechos humanos a partir de la Segunda Guerra Mundial, Thomas Paine en su obra El sentido común. Dirigido a los habitantes de América, escribía, para resaltar la importancia –y su diferencia- de la aplicación de la teoría de la división de poderes en la América de su época, que la libertad de Inglaterra dependía de los nuevos republicanos (los comunes, representantes del pueblo) que componían una de las tres partes de la Constitución inglesa, integrada en sus elementos por dos antiguas tiranías, la monárquica en la persona del rey; y los restos de la tiranía aristocrática, representados en las personas de los pares. Paine afirmaba que decir que los comunes constituyen un control del rey presupone dos cosas: primera, que no se ha de confiar en el rey, sin que se le vigile, o, en otros términos, que una sed de poder absoluto es la enfermedad natural de la monarquía.

Concluía Thomas Paine el argumento: “Cuando Guillermo el Conquistador subyugó a Inglaterra, dictó las leyes a punta de espada; hasta que no consintamos que la sede del gobierno de América sea legal y debidamente ocupada, correremos el peligro de verla usurpada por algún afortunado rufián que nos podría tratar de la misma manera, y entonces, ¿dónde estará nuestra libertad? ¿Dónde nuestra propiedad?”.

¿Sobre qué país quiere gobernar el presidente y quienes le secundan en el gobierno y en los otros órganos del Estado? ¿Existe en todos ellos, principalmente en López Obrador una reflexión sobre los resultados que en la realidad tienen las decisiones y las políticas que imponen en la nación? ¿Se gobierna con el objetivo de la cohesión social, el progreso, la transparencia, la rendición de cuentas, el bienestar y el crecimiento? O sobre otras ideas antagónicas e incompatibles.

No vaya a ser que por el desastroso manejo de las crisis, sanitaria, económica, social, energética y de crisis del Estado de Derecho, con la mayor disminución del PIB desde 1932, tengamos que decir que se gobierna en Estas ruinas que ves título de la novela del gran Jorge Ibargüengoitia, sucedida en la imaginaria Cuévano (se cree su natal Guanajuato, aunque puede extrapolarse al país entero), capital del estado de “Plan de Abajo”, donde los habitantes, como vemos día con día al presidente, presumen un “catálogo de ideas fijas cuevanenses”, que explican un poco el chauvinismo mexicano. Los orgullosos habitantes le dicen a cualquier forastero: “Esto que ve usted aquí -le dicen al visitante- “no es más que rastrojo de lo que fue”. A lo que el recién llegado debe responder: “¿Pero cómo rastrojo, si esta ciudad es una joya?” Ojalá y no digamos ahora como Ibargüengoitia hace decir al personaje Benjamín Padilla, sabio provinciano, quien considera que “la Independencia de México se debe a un juego de salón que acabó en desastre nacional”.

Y sin embargo -a la manera de Galileo-, los ciudadanos tenemos derechos, esto es, que si bien la concentración de poder a la que asistimos es inmensa y parece avallasadora, no estamos completamente a merced de los poderes metaconstitucionales de un grupo o de un solo hombre.

En el tema del Estado de Derecho, además de una tibia respuesta de nuestro presidente de la Suprema Corte de Justicia, el afortunado cúmulo de amparos interpuesto contra la contrarreforma energética del gobierno, Diego García-Sayán, Relator Especial para la Independencia de Jueces y Abogados de la ONU, hizo un llamado al gobierno mexicano para respetar las decisiones judiciales de los tribunales, y exigió que todas las instituciones públicas deben respetar la independencia de la judicatura, incluyendo al Ejecutivo, quien no debe efectuar intromisiones indebidas o injustificadas en los procesos judiciales, ni debe confrontar las decisiones judiciales de los tribunales.

El ejercicio del voto en junio y la actual exigencia en la rendición de cuentas, son derechos que los ciudadanos podemos activar. Como en febrero de 1776, dentro de las ideas políticas liberales dominantes en Filadelfia, que tuvieron un ascendiente posterior en el resurgir de los derechos humanos a partir de la Segunda Guerra Mundial, Thomas Paine en su obra El sentido común. Dirigido a los habitantes de América, escribía, para resaltar la importancia –y su diferencia- de la aplicación de la teoría de la división de poderes en la América de su época, que la libertad de Inglaterra dependía de los nuevos republicanos (los comunes, representantes del pueblo) que componían una de las tres partes de la Constitución inglesa, integrada en sus elementos por dos antiguas tiranías, la monárquica en la persona del rey; y los restos de la tiranía aristocrática, representados en las personas de los pares. Paine afirmaba que decir que los comunes constituyen un control del rey presupone dos cosas: primera, que no se ha de confiar en el rey, sin que se le vigile, o, en otros términos, que una sed de poder absoluto es la enfermedad natural de la monarquía.

Concluía Thomas Paine el argumento: “Cuando Guillermo el Conquistador subyugó a Inglaterra, dictó las leyes a punta de espada; hasta que no consintamos que la sede del gobierno de América sea legal y debidamente ocupada, correremos el peligro de verla usurpada por algún afortunado rufián que nos podría tratar de la misma manera, y entonces, ¿dónde estará nuestra libertad? ¿Dónde nuestra propiedad?”.