/ martes 14 de enero de 2020

En el 2020 habrá mayor inversión pública

Al inicio de este año hemos hablado de que ojalá los primeros 13 meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador hayan sido la curva de aprendizaje en materia económica, para que los errores cometidos sean superados, las inversiones lleguen y tengamos un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

La desaceleración económica presentada en 2019 fue producto de una alta desconfianza de los inversionistas, la cual estuvo basada en factores como la incertidumbre de la gobernanza y en el manejo de las finanzas públicas, así como la implementación de políticas sociales asistenciales. Esto provocó que la Inversión Fija Bruta cayera 9.1% con respecto al año anterior.

Para que nuestro país tenga un desarrollo económico sostenible, existen factores externos como los precios del petróleo, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, los aranceles que el país vecino nos ha querido imponer, entre otros.

Sin embargo, son los factores internos —que dependen exclusivamente de lo que hace o deje de hacer nuestro gobierno— los que ponen a funcionar la economía: la generación de un clima de confianza con los inversionistas a través de garantizar un Estado de derecho con respeto a la legalidad —y que la ley se aplique por igual—, la inversión pública sustentada en proyectos con estudios técnicos y económicos, el combate a la corrupción en todos los niveles, el castigo a los delincuentes, entre otros.

Asimismo, es importante resaltar que la forma en que los gobiernos gastan los recursos puede contribuir a producir una crisis o parálisis económica, pero también impulsar el crecimiento y desarrollo de un país.

Al parecer, lo anterior fue escuchado por López Obrador, pues el gobierno empezó a rectificar cuando se prendieron los focos rojos. Ante el freno del gasto público realizado en 2019, que generó un subejercicio de más de 150,000 millones de pesos, hace unos días el gobierno federal anunció que va acelerar el gasto público en el primer semestre de este año.

Con datos escasos todavía, de los 6.1 billones de pesos del presupuesto que aprobó la Cámara de Diputados para el ejercicio de 2020, se calcula que de enero a junio se gastarán más de 3 billones de pesos, siendo las secretarías de Energía, de Agricultura y Desarrollo Rural, de Trabajo y Previsión Social, de Educación Pública y de Hacienda y Crédito Público las que tendrán más actividad económica.

Según analistas, este gasto público —que significa un incremento en el consumo gubernamental y la inversión pública— puede contribuir con 0.5% al crecimiento de la economía, lo cual sigue siendo insuficiente para detonar el desarrollo que necesita nuestro país.

Con la experiencia empresarial acumulada, siempre he sostenido que los generadores de empleos en México son los inversionistas, por lo que la comunión entre el gobierno y los empresarios es fundamental para el desarrollo del país. La generación de empleo se debe de dar desde la iniciativa privada con el respaldo del gobierno, ya que los inversionistas son los que crean el valor agregado y el desarrollo de una región.

Por otra parte, las inversiones en infraestructura que se pretenden realizar este año a lo largo del país, deben ser licitadas por el gobierno federal y realizadas por la iniciativa privada, en especial, las 1350 sucursales del Banco del Bienestar que realizará este año el Ejército mexicano —de las 2700 que se tienen previstas en el sexenio—, cuya inversión es de 5000 millones de pesos.

Considero que el 2020 no debe de ser otro año perdido para la economía del país. Una buena señal es la que está dando el gobierno federal al acelerar la inversión en el primer semestre, pero también es importante decirlo ahora: se debe simplificar el sistema de obligaciones fiscales, abstenerse de criminalizar o perseguir a los contribuyentes, eficientar el gasto público y no caer en un subejercicio como en 2019.

Desde el gobierno se debe apoyar a los inversionistas para la creación de nuevas industrias, aprovechando las capacidades productivas en los estados; por ejemplo, en Sinaloa hay que impulsar y apoyar a los productores del sector primario, que son los que más generan empleos en la región.

También debemos de impulsar la industria sin chimeneas, como el turismo, en nuestro estado. Mazatlán ha sido el lugar preferido de miles de turistas nacionales e internacionales, y lo cual tenemos que aprovechar para fortalecer esta actividad en los pueblos mágicos y pueblos señoriales. Contamos con la infraestructura, pero necesitamos promoverla.

El gobierno federal empieza a rectificar para que el 2020 sea el año del crecimiento económico de México, y esta coyuntura los sinaloenses la debemos aprovechar para que nuestro estado sea el detonante en el desarrollo regional y con ello sea un generador del empleo y la inversión. Pero, sobre todo, debemos sumarnos todos: gobierno, empresarios y sociedad, como uno solo, en el crecimiento económico de nuestro país.

Al inicio de este año hemos hablado de que ojalá los primeros 13 meses del gobierno de Andrés Manuel López Obrador hayan sido la curva de aprendizaje en materia económica, para que los errores cometidos sean superados, las inversiones lleguen y tengamos un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).

La desaceleración económica presentada en 2019 fue producto de una alta desconfianza de los inversionistas, la cual estuvo basada en factores como la incertidumbre de la gobernanza y en el manejo de las finanzas públicas, así como la implementación de políticas sociales asistenciales. Esto provocó que la Inversión Fija Bruta cayera 9.1% con respecto al año anterior.

Para que nuestro país tenga un desarrollo económico sostenible, existen factores externos como los precios del petróleo, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, los aranceles que el país vecino nos ha querido imponer, entre otros.

Sin embargo, son los factores internos —que dependen exclusivamente de lo que hace o deje de hacer nuestro gobierno— los que ponen a funcionar la economía: la generación de un clima de confianza con los inversionistas a través de garantizar un Estado de derecho con respeto a la legalidad —y que la ley se aplique por igual—, la inversión pública sustentada en proyectos con estudios técnicos y económicos, el combate a la corrupción en todos los niveles, el castigo a los delincuentes, entre otros.

Asimismo, es importante resaltar que la forma en que los gobiernos gastan los recursos puede contribuir a producir una crisis o parálisis económica, pero también impulsar el crecimiento y desarrollo de un país.

Al parecer, lo anterior fue escuchado por López Obrador, pues el gobierno empezó a rectificar cuando se prendieron los focos rojos. Ante el freno del gasto público realizado en 2019, que generó un subejercicio de más de 150,000 millones de pesos, hace unos días el gobierno federal anunció que va acelerar el gasto público en el primer semestre de este año.

Con datos escasos todavía, de los 6.1 billones de pesos del presupuesto que aprobó la Cámara de Diputados para el ejercicio de 2020, se calcula que de enero a junio se gastarán más de 3 billones de pesos, siendo las secretarías de Energía, de Agricultura y Desarrollo Rural, de Trabajo y Previsión Social, de Educación Pública y de Hacienda y Crédito Público las que tendrán más actividad económica.

Según analistas, este gasto público —que significa un incremento en el consumo gubernamental y la inversión pública— puede contribuir con 0.5% al crecimiento de la economía, lo cual sigue siendo insuficiente para detonar el desarrollo que necesita nuestro país.

Con la experiencia empresarial acumulada, siempre he sostenido que los generadores de empleos en México son los inversionistas, por lo que la comunión entre el gobierno y los empresarios es fundamental para el desarrollo del país. La generación de empleo se debe de dar desde la iniciativa privada con el respaldo del gobierno, ya que los inversionistas son los que crean el valor agregado y el desarrollo de una región.

Por otra parte, las inversiones en infraestructura que se pretenden realizar este año a lo largo del país, deben ser licitadas por el gobierno federal y realizadas por la iniciativa privada, en especial, las 1350 sucursales del Banco del Bienestar que realizará este año el Ejército mexicano —de las 2700 que se tienen previstas en el sexenio—, cuya inversión es de 5000 millones de pesos.

Considero que el 2020 no debe de ser otro año perdido para la economía del país. Una buena señal es la que está dando el gobierno federal al acelerar la inversión en el primer semestre, pero también es importante decirlo ahora: se debe simplificar el sistema de obligaciones fiscales, abstenerse de criminalizar o perseguir a los contribuyentes, eficientar el gasto público y no caer en un subejercicio como en 2019.

Desde el gobierno se debe apoyar a los inversionistas para la creación de nuevas industrias, aprovechando las capacidades productivas en los estados; por ejemplo, en Sinaloa hay que impulsar y apoyar a los productores del sector primario, que son los que más generan empleos en la región.

También debemos de impulsar la industria sin chimeneas, como el turismo, en nuestro estado. Mazatlán ha sido el lugar preferido de miles de turistas nacionales e internacionales, y lo cual tenemos que aprovechar para fortalecer esta actividad en los pueblos mágicos y pueblos señoriales. Contamos con la infraestructura, pero necesitamos promoverla.

El gobierno federal empieza a rectificar para que el 2020 sea el año del crecimiento económico de México, y esta coyuntura los sinaloenses la debemos aprovechar para que nuestro estado sea el detonante en el desarrollo regional y con ello sea un generador del empleo y la inversión. Pero, sobre todo, debemos sumarnos todos: gobierno, empresarios y sociedad, como uno solo, en el crecimiento económico de nuestro país.