/ viernes 19 de noviembre de 2021

En busca de la política laica. Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una

Aprobado la madrugada de este domingo con 273 votos a favor y 214 en contra, el decreto fue turnado al Ejecutivo para su publicación. Un acto de marcado corte parlamentario, donde no solo la Constitución faculta a los diputados para controlar al gobierno, sino que también establece que el examen, discusión, modificación y aprobación del proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) es una facultad exclusiva de esa Cámara. La Cámara de Diputados no es una ventanilla burocrática en donde nada más se colocan los matasellos en los documentos que provienen del Ejecutivo. No se recuerda ningún presupuesto de egresos que haya pasado de esta forma, desde hace más de veinte años. 45 horas de discusión acumuladas a lo largo de cuatro días, mil 994 propuestas de modificación presentadas por los grupos parlamentarios; el PAN, PRI, PRD y MC, plantearon reservas a 1,735 artículos, de un total de 2007 e intervinieron 338 veces en la tribuna, sin embargo, el Pleno de la Cámara de Diputados a través de los votos de los diputados de Morena y aliados, aprobaron el PEF 2022, tal y como les fue enviado por el presidente, sin cambiarle una sola coma, como el jefe del ejecutivo les ordena a esos, “sus” “representantes del pueblo”. Este martes unos 250 diputados oficialistas acudieron a Palacio Nacional y celebraron “haber cumplido” con su líder (no se acordaron mucho de sus representados) con la aprobación del proyecto del PEF sin admitir ni un solo cambio de las miles de reservas que planteó la oposición. López Obrador agradeció a esos próceres diputados por “su postura en defensa del pueblo y no de las minorías, por siempre privilegiadas”. Ahí, en Palacio Nacional, el líder de los diputados de Morena, Ignacio Mier Velasco, en el jubileo presidencial, amagó –todo es intimidación para causar zozobra en el país cuando se trata del anuncio de políticas públicas o fijar posturas para este gobierno- con que ahora su bloque va por aprobar las reformas constitucionales del presidente y que empezarán por la reforma eléctrica y seguirán con la reforma político-electoral que busca debilitar al INE. Dijo Mier, republicanamente enardecido, emulando la orden 227 del 28 de julio de 1942 emitida por Stalin en su rol de Comisario de Defensa del Pueblo (para vigilar que las tropas del frente no retrocedieran y, en caso de que lo hicieran, disparar a los "cobardes") que no darán ni un paso atrás, puesto que en política retroceder “es la muerte”. Ni Clausewitz.

En el tema del PEF, por la cerrazón y dogmatismo de los diputados del bloque del gobierno no hubo discusión, no hubo cabildeo, no hubo deliberación, no hubo un propio debate parlamentario. Tampoco negociación ni un solo acuerdo con los demás grupos parlamentarios que se haya reflejado en el PEF, como en cualquier democracia constitucional que se respete. Solo valió para los diputados oficialistas la visión presidencial de los 110 mil millones de pesos para las obras majestuosas sin rentabilidad social como la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles y solo 11 mil millones para todo el sector salud (sólo contempla un incremento presupuestal del 27.6%). El Presupuesto muestra que la mayor parte de la inversión se destina principalmente (85.9%) a los proyectos emblemáticos del presidente (PEMEX, Tren Maya, CFE) y 80% más recursos para el Ejército en comparación a lo asignado en 2018, con más empresas civiles para administrar y controlar que nunca. Es el segundo proyecto más importante para el Gobierno después de la pensión para adultos mayores. Se consuman los recortes por más de 8 mil millones a órganos y poderes autónomos, principalmente el INE y el Poder Judicial. En el mercado laboral, según la ENOE en septiembre de este año la población ocupada cayó en 544,350 personas y hubo un retroceso en la brecha laboral (que mide la insuficiencia de empleo en el país); 27% de las personas que potencialmente podrían trabajar tuvieron empleo insuficiente (18 millones de personas). Además, este presupuesto inamovible para los oficialistas “representantes del pueblo”, trae mucha deuda. Solo en 2022, el endeudamiento será de 880 mil millones de pesos.

De acuerdo al INEGI, México pasó a ser un país donde en la década de 2010 a 2020 la clase media crecía, a otro donde 6.3 millones de mexicanos dejan de pertenecer a esa clase (representa ahora el 37% de la población) y ahora predomina la clase baja (62%), que se incrementó de 69.9 millones a 78.5 millones de personas durante este gobierno, representando el mayor retroceso en la movilidad social en una década.

Se fugan capitales y se despilfarra el dinero de los mexicanos en subsidios ruinosos. A la par que de enero al primero de noviembre de 2021 han salido de México 266 mil millones de pesos de inversiones extranjeras, impulsados por una política monetaria conservadora; alta inflación y por iniciativas de reformas como la energética que genera incertidumbre en el país, el gobierno federal ha gastado 47 mil 740 millones de pesos en lo que va del año, más que el presupuesto anual que implica la construcción de la Refinería en Dos Bocas, para contener el incremento en el precio de las gasolinas y el diésel, según reconoce el mismísimo Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Pese a este dramático contexto, ni el presidente ni sus subordinados que ejercen de diputados en la representación federal han querido escuchar, atender, debatir, acordar o contrastar lo que los actores políticos y sociales de diferente signo tienen para decir respecto a las prioridades que atender con el PEF y crear políticas públicas que tiendan a resolver los problemas sociales, políticos y económicos concretos de la población y del país, demostrando una insensibilidad que raya en el despotismo.

Muy lejos de lo que Norberto Bobbio* predicaba sobre la necesidad de una “política laica” en el sentido de una política antidogmática que esté libre de prejuicios y dirigida de manera desinteresada a la solución de problemas concretos. Laicismo, para Bobbio quiere decir espíritu crítico. “El enemigo del laicismo, en la política –decía Bobbio-, es aquella actitud con base en la cual se enarbola, en la discusión acerca de cuestiones de intereses, el espíritu de intransigencia dogmática propio de las cuestiones de principio, de donde resulta que las cuestiones políticas, que son de intereses y no de principio, se postergan continuamente y se dejan sin resolver, y a su sombra encuentran lugar propicio para prosperar demasiados teólogos de mala fe que trafican principios para defender intereses. La consecuencia del espíritu teológico trasladado a la política no es la elevación de los intereses sino la degradación de los principios […] Actualmente, cuando en la sede de los principios se ve forzado a decir ‘el estado para todos’, mientras en la sede de los intereses afirma ‘el estado para mí’, teóricamente defiende la libertad, pero se contradice en la práctica, la proclama dogmáticamente, pero en realidad le tiene miedo. El que teologiza acerca de una idea, en su interior no la quiere. Una libertad teologizada es una libertad falsificada”.


*Norberto Bobbio, Entre dos Repúblicas. En los orígenes de la democracia italiana, Siglo Veintiuno editores,

Aprobado la madrugada de este domingo con 273 votos a favor y 214 en contra, el decreto fue turnado al Ejecutivo para su publicación. Un acto de marcado corte parlamentario, donde no solo la Constitución faculta a los diputados para controlar al gobierno, sino que también establece que el examen, discusión, modificación y aprobación del proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) es una facultad exclusiva de esa Cámara. La Cámara de Diputados no es una ventanilla burocrática en donde nada más se colocan los matasellos en los documentos que provienen del Ejecutivo. No se recuerda ningún presupuesto de egresos que haya pasado de esta forma, desde hace más de veinte años. 45 horas de discusión acumuladas a lo largo de cuatro días, mil 994 propuestas de modificación presentadas por los grupos parlamentarios; el PAN, PRI, PRD y MC, plantearon reservas a 1,735 artículos, de un total de 2007 e intervinieron 338 veces en la tribuna, sin embargo, el Pleno de la Cámara de Diputados a través de los votos de los diputados de Morena y aliados, aprobaron el PEF 2022, tal y como les fue enviado por el presidente, sin cambiarle una sola coma, como el jefe del ejecutivo les ordena a esos, “sus” “representantes del pueblo”. Este martes unos 250 diputados oficialistas acudieron a Palacio Nacional y celebraron “haber cumplido” con su líder (no se acordaron mucho de sus representados) con la aprobación del proyecto del PEF sin admitir ni un solo cambio de las miles de reservas que planteó la oposición. López Obrador agradeció a esos próceres diputados por “su postura en defensa del pueblo y no de las minorías, por siempre privilegiadas”. Ahí, en Palacio Nacional, el líder de los diputados de Morena, Ignacio Mier Velasco, en el jubileo presidencial, amagó –todo es intimidación para causar zozobra en el país cuando se trata del anuncio de políticas públicas o fijar posturas para este gobierno- con que ahora su bloque va por aprobar las reformas constitucionales del presidente y que empezarán por la reforma eléctrica y seguirán con la reforma político-electoral que busca debilitar al INE. Dijo Mier, republicanamente enardecido, emulando la orden 227 del 28 de julio de 1942 emitida por Stalin en su rol de Comisario de Defensa del Pueblo (para vigilar que las tropas del frente no retrocedieran y, en caso de que lo hicieran, disparar a los "cobardes") que no darán ni un paso atrás, puesto que en política retroceder “es la muerte”. Ni Clausewitz.

En el tema del PEF, por la cerrazón y dogmatismo de los diputados del bloque del gobierno no hubo discusión, no hubo cabildeo, no hubo deliberación, no hubo un propio debate parlamentario. Tampoco negociación ni un solo acuerdo con los demás grupos parlamentarios que se haya reflejado en el PEF, como en cualquier democracia constitucional que se respete. Solo valió para los diputados oficialistas la visión presidencial de los 110 mil millones de pesos para las obras majestuosas sin rentabilidad social como la Refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles y solo 11 mil millones para todo el sector salud (sólo contempla un incremento presupuestal del 27.6%). El Presupuesto muestra que la mayor parte de la inversión se destina principalmente (85.9%) a los proyectos emblemáticos del presidente (PEMEX, Tren Maya, CFE) y 80% más recursos para el Ejército en comparación a lo asignado en 2018, con más empresas civiles para administrar y controlar que nunca. Es el segundo proyecto más importante para el Gobierno después de la pensión para adultos mayores. Se consuman los recortes por más de 8 mil millones a órganos y poderes autónomos, principalmente el INE y el Poder Judicial. En el mercado laboral, según la ENOE en septiembre de este año la población ocupada cayó en 544,350 personas y hubo un retroceso en la brecha laboral (que mide la insuficiencia de empleo en el país); 27% de las personas que potencialmente podrían trabajar tuvieron empleo insuficiente (18 millones de personas). Además, este presupuesto inamovible para los oficialistas “representantes del pueblo”, trae mucha deuda. Solo en 2022, el endeudamiento será de 880 mil millones de pesos.

De acuerdo al INEGI, México pasó a ser un país donde en la década de 2010 a 2020 la clase media crecía, a otro donde 6.3 millones de mexicanos dejan de pertenecer a esa clase (representa ahora el 37% de la población) y ahora predomina la clase baja (62%), que se incrementó de 69.9 millones a 78.5 millones de personas durante este gobierno, representando el mayor retroceso en la movilidad social en una década.

Se fugan capitales y se despilfarra el dinero de los mexicanos en subsidios ruinosos. A la par que de enero al primero de noviembre de 2021 han salido de México 266 mil millones de pesos de inversiones extranjeras, impulsados por una política monetaria conservadora; alta inflación y por iniciativas de reformas como la energética que genera incertidumbre en el país, el gobierno federal ha gastado 47 mil 740 millones de pesos en lo que va del año, más que el presupuesto anual que implica la construcción de la Refinería en Dos Bocas, para contener el incremento en el precio de las gasolinas y el diésel, según reconoce el mismísimo Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Pese a este dramático contexto, ni el presidente ni sus subordinados que ejercen de diputados en la representación federal han querido escuchar, atender, debatir, acordar o contrastar lo que los actores políticos y sociales de diferente signo tienen para decir respecto a las prioridades que atender con el PEF y crear políticas públicas que tiendan a resolver los problemas sociales, políticos y económicos concretos de la población y del país, demostrando una insensibilidad que raya en el despotismo.

Muy lejos de lo que Norberto Bobbio* predicaba sobre la necesidad de una “política laica” en el sentido de una política antidogmática que esté libre de prejuicios y dirigida de manera desinteresada a la solución de problemas concretos. Laicismo, para Bobbio quiere decir espíritu crítico. “El enemigo del laicismo, en la política –decía Bobbio-, es aquella actitud con base en la cual se enarbola, en la discusión acerca de cuestiones de intereses, el espíritu de intransigencia dogmática propio de las cuestiones de principio, de donde resulta que las cuestiones políticas, que son de intereses y no de principio, se postergan continuamente y se dejan sin resolver, y a su sombra encuentran lugar propicio para prosperar demasiados teólogos de mala fe que trafican principios para defender intereses. La consecuencia del espíritu teológico trasladado a la política no es la elevación de los intereses sino la degradación de los principios […] Actualmente, cuando en la sede de los principios se ve forzado a decir ‘el estado para todos’, mientras en la sede de los intereses afirma ‘el estado para mí’, teóricamente defiende la libertad, pero se contradice en la práctica, la proclama dogmáticamente, pero en realidad le tiene miedo. El que teologiza acerca de una idea, en su interior no la quiere. Una libertad teologizada es una libertad falsificada”.


*Norberto Bobbio, Entre dos Repúblicas. En los orígenes de la democracia italiana, Siglo Veintiuno editores,