/ lunes 28 de septiembre de 2020

Elecciones 2021: numeralia y significados

En medio de una doble crisis, la sanitaria por la pandemia COVID-19 y la económica, derivada de la primera, los mexicanos ya nos hemos adentrado en el proceso electoral más grande de la historia, que culminará el 6 de junio de 2021. Se elegirán 21,368 cargos de gobierno y representación popular, entre estos 15 gubernaturas y la Cámara de Diputados.

Todo indica que el PRI concluirá su tránsito de partido de Estado al campo de una oposición testimonial. Se jugará su sobrevivencia a nivel de gubernaturas, pues este partido gobierna hoy 8 de las 15 entidades que renovarán el Ejecutivo estatal: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas. En las diversas encuestas que se han hecho durante todo el año, pierde estas ocho gubernaturas frente a la máquina guinda de Morena. Solo podría darle batalla en uno o dos estados.

El PAN va a 2021 a definir su viabilidad opositora o a retroceder. Tratará de mantener su dominio en Baja California Sur, Chihuahua, Nayarit y Querétaro, los cuatro estados donde gobierna actualmente, en tres de los cuales también pierde según las mediciones que se conocen. Su suerte puede complicarse aún más si el Tribunal Electoral Federal revirtiera la resolución del Instituto Nacional Electoral y le otorgara el registro al partido México Libre, del expresidente Felipe Calderón, pues tendrían que compartir el electorado de derecha. Y sería más fácil para Morena quedarse con casi todas sus gubernaturas.

Definitivamente el PRD se encuentra al borde de la extinción, jugará su única carta en su posesión: la gubernatura de Michoacán y, como hemos dicho en los casos anteriores, en todas las mediciones pierde rotundamente ante Morena.

Las candidaturas independientes presentan muy bajas expectativas, el mal desempeño del gobierno del Bronco en Nuevo León se ha encargado de disuadir a un importante segmento ciudadano que le apostaba. Curiosamente en ese estado la batalla electoral se dará entre tres: Morena, PAN y MC.

A Morena le toca refrendar su hegemonía política y electoral en Baja California y todo indica que así será.

En suma, el sistema de partidos será sometido a una dura prueba el próximo año. Los partidos tradicionales, los del Pacto por México, deberán dar cuenta de su viabilidad histórica o asumir la necesidad del cambio de estrategia y discurso o encarar el riesgo de su desaparición. PRI y PRD, en particular, parecen encaminarse a su eventual colapso; el PAN, a competir, donde pueda, con Morena y a defenderse del partido de Calderón, o acompañar en su hundimiento a su némesis histórica, el PRI.

La afirmación de que será el proceso electoral más grande de la historia, no solo se hace por el número de cargos que estarán en juego, sino también por el padrón electoral que también será el más grande. Se trata de 94’800,000 ciudadanas y ciudadanos inscritos en el Padrón Electoral; unos cinco millones más que en 2018. Para ello será necesaria la instalación de 161,000 casillas de votación, 4,000 más que cuando hubo elección presidencial.

Aparte de las 15 gubernaturas, serán renovados 30 congresos locales, es decir, 1,063 diputados estatales; además de 1,926 ayuntamientos y juntas municipales, igual en 30 entidades; para lo cual deberán contratarse más de 50,000 supervisores y capacitadores estatales.

Actualmente, Morena y sus aliados tienen el dominio en 20 congresos estatales. Mantener mayoría en los congresos locales, es importante para la fuerza que gobierna el país, por la disposición constitucional que obliga a ratificar en las legislaturas locales las reformas a la carta magna. Aún no hay mediciones que abunden en este plano pero los partidos de oposición tendrán una fuerte batalla.

Según algunos analistas, diez entidades implementarán el voto electrónico para los mexicanos residentes en el extranjero: Baja California Sur, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas y el diputado migrante de Jalisco.

El contexto y los factores que influirán en las elecciones serán, sin duda, la violencia y el crimen organizado, además de las variables económicas y de salud, como dijimos al inicio. Entre otros elementos importantes que también estarán presentes como factores de peso en la definición del voto ciudadano en 2021 son: a) la popularidad del presidente, b) el desempeño de los gobernadores y alcaldes, c) los conflictos internos de Morena y, d) la fragmentación o coalición electoral de la oposición.

En promedio, la intención del voto hacia Morena es casi el doble de la del PAN y triplica la del PRI. Varios estudios coinciden en que los negativos de Morena están en torno al 30/35 por ciento, pero los del PAN están en 50% y los del PRI en 70%. El diario español El País, desafecto a la 4T, reconoce con base en una encuesta por encargo a la empresa SIMO Consulting, que el 68.4 por ciento de los mexicanos aprueba la gestión del presidente López Obrador. Este nivel de calificación de desempeño de AMLO, seguramente apunta a un refrendo electoral para Morena, más que a su desaprobación.

Los ciudadanos saldrán a saldar cuentas teniendo a la vista el contexto pandémico, la crisis económica que se le asocia y de violencia que no termina. ¿Qué camino, que alternativa?: ¿consolidar a la 4T en el Gobierno y el Poder Legislativo?, ¿restaurar el antiguo régimen o abstenerse? Veremos cómo se desenvuelven el conjunto de variables aquí comentadas y alguna otra que se presente en el transcurso de los meses por venir.

El Instituto Nacional Electoral, sobre el cual recae uno de los retos más importantes que se han de enfrentar en este contexto, debe consolidar su institucionalidad democrática y no ser noticia, no ser actor de contienda. El activismo político de algunos de sus consejeros que han antepuesto sus propias valoraciones y posiciones políticas por encima de sus obligaciones legales y morales con la imparcialidad, la legalidad y la certeza electoral, deberá pasar a tener un bajo perfil, a fin de evitar cuestionamiento al árbitro electoral. Esperemos, por el bien de nuestra democracia, que así sea.

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En medio de una doble crisis, la sanitaria por la pandemia COVID-19 y la económica, derivada de la primera, los mexicanos ya nos hemos adentrado en el proceso electoral más grande de la historia, que culminará el 6 de junio de 2021. Se elegirán 21,368 cargos de gobierno y representación popular, entre estos 15 gubernaturas y la Cámara de Diputados.

Todo indica que el PRI concluirá su tránsito de partido de Estado al campo de una oposición testimonial. Se jugará su sobrevivencia a nivel de gubernaturas, pues este partido gobierna hoy 8 de las 15 entidades que renovarán el Ejecutivo estatal: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas. En las diversas encuestas que se han hecho durante todo el año, pierde estas ocho gubernaturas frente a la máquina guinda de Morena. Solo podría darle batalla en uno o dos estados.

El PAN va a 2021 a definir su viabilidad opositora o a retroceder. Tratará de mantener su dominio en Baja California Sur, Chihuahua, Nayarit y Querétaro, los cuatro estados donde gobierna actualmente, en tres de los cuales también pierde según las mediciones que se conocen. Su suerte puede complicarse aún más si el Tribunal Electoral Federal revirtiera la resolución del Instituto Nacional Electoral y le otorgara el registro al partido México Libre, del expresidente Felipe Calderón, pues tendrían que compartir el electorado de derecha. Y sería más fácil para Morena quedarse con casi todas sus gubernaturas.

Definitivamente el PRD se encuentra al borde de la extinción, jugará su única carta en su posesión: la gubernatura de Michoacán y, como hemos dicho en los casos anteriores, en todas las mediciones pierde rotundamente ante Morena.

Las candidaturas independientes presentan muy bajas expectativas, el mal desempeño del gobierno del Bronco en Nuevo León se ha encargado de disuadir a un importante segmento ciudadano que le apostaba. Curiosamente en ese estado la batalla electoral se dará entre tres: Morena, PAN y MC.

A Morena le toca refrendar su hegemonía política y electoral en Baja California y todo indica que así será.

En suma, el sistema de partidos será sometido a una dura prueba el próximo año. Los partidos tradicionales, los del Pacto por México, deberán dar cuenta de su viabilidad histórica o asumir la necesidad del cambio de estrategia y discurso o encarar el riesgo de su desaparición. PRI y PRD, en particular, parecen encaminarse a su eventual colapso; el PAN, a competir, donde pueda, con Morena y a defenderse del partido de Calderón, o acompañar en su hundimiento a su némesis histórica, el PRI.

La afirmación de que será el proceso electoral más grande de la historia, no solo se hace por el número de cargos que estarán en juego, sino también por el padrón electoral que también será el más grande. Se trata de 94’800,000 ciudadanas y ciudadanos inscritos en el Padrón Electoral; unos cinco millones más que en 2018. Para ello será necesaria la instalación de 161,000 casillas de votación, 4,000 más que cuando hubo elección presidencial.

Aparte de las 15 gubernaturas, serán renovados 30 congresos locales, es decir, 1,063 diputados estatales; además de 1,926 ayuntamientos y juntas municipales, igual en 30 entidades; para lo cual deberán contratarse más de 50,000 supervisores y capacitadores estatales.

Actualmente, Morena y sus aliados tienen el dominio en 20 congresos estatales. Mantener mayoría en los congresos locales, es importante para la fuerza que gobierna el país, por la disposición constitucional que obliga a ratificar en las legislaturas locales las reformas a la carta magna. Aún no hay mediciones que abunden en este plano pero los partidos de oposición tendrán una fuerte batalla.

Según algunos analistas, diez entidades implementarán el voto electrónico para los mexicanos residentes en el extranjero: Baja California Sur, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas y el diputado migrante de Jalisco.

El contexto y los factores que influirán en las elecciones serán, sin duda, la violencia y el crimen organizado, además de las variables económicas y de salud, como dijimos al inicio. Entre otros elementos importantes que también estarán presentes como factores de peso en la definición del voto ciudadano en 2021 son: a) la popularidad del presidente, b) el desempeño de los gobernadores y alcaldes, c) los conflictos internos de Morena y, d) la fragmentación o coalición electoral de la oposición.

En promedio, la intención del voto hacia Morena es casi el doble de la del PAN y triplica la del PRI. Varios estudios coinciden en que los negativos de Morena están en torno al 30/35 por ciento, pero los del PAN están en 50% y los del PRI en 70%. El diario español El País, desafecto a la 4T, reconoce con base en una encuesta por encargo a la empresa SIMO Consulting, que el 68.4 por ciento de los mexicanos aprueba la gestión del presidente López Obrador. Este nivel de calificación de desempeño de AMLO, seguramente apunta a un refrendo electoral para Morena, más que a su desaprobación.

Los ciudadanos saldrán a saldar cuentas teniendo a la vista el contexto pandémico, la crisis económica que se le asocia y de violencia que no termina. ¿Qué camino, que alternativa?: ¿consolidar a la 4T en el Gobierno y el Poder Legislativo?, ¿restaurar el antiguo régimen o abstenerse? Veremos cómo se desenvuelven el conjunto de variables aquí comentadas y alguna otra que se presente en el transcurso de los meses por venir.

El Instituto Nacional Electoral, sobre el cual recae uno de los retos más importantes que se han de enfrentar en este contexto, debe consolidar su institucionalidad democrática y no ser noticia, no ser actor de contienda. El activismo político de algunos de sus consejeros que han antepuesto sus propias valoraciones y posiciones políticas por encima de sus obligaciones legales y morales con la imparcialidad, la legalidad y la certeza electoral, deberá pasar a tener un bajo perfil, a fin de evitar cuestionamiento al árbitro electoral. Esperemos, por el bien de nuestra democracia, que así sea.

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