/ miércoles 11 de noviembre de 2020

El sistema Nacional de Cuidados: Reconocer y Redistribuir

“Es justicia y no caridad lo que necesita el mundo”

Mary Wollstonecraft

¿Quién cuida a las niñas y niños en casa? ¿y a las personas mayores, enfermas o con alguna discapacidad? La tradición dicta –según algunas voces- que a las mujeres corresponde esta tarea y las del hogar; afortunadamente, hoy son más las voces denunciantes de esta realidad y que buscan garantizar los derechos tanto de quienes cuidan como el derecho al cuidado.

La cancelación del presupuesto para guarderías, los movimientos feministas, y mujeres en la toma de decisiones han provocado un cambio significativo en la visibilización y reconocimiento del valor económico del trabajo en el hogar de las mujeres, así como de la importancia de hacer justicia económica y ética de estas labores domésticas y del cuidado.

Para entender la magnitud de esta aportación, el INEGI presentó en noviembre de 2019 los resultados de la “Cuenta Sátelite del Trabajo no remunerado de los hogares de México, 2018”, considerando que solo las labores domésticas y el cuidado de infantes cuantifican el equivalente a 5.5 billones de pesos, lo que representa el 23.5% del PIB en México, y donde el 76.4% de estas labores y cuidados fueron realizados por mujeres.

La propuesta de un sistema nacional de cuidados, que discutirá y aprobará la Cámara de Diputados en próximas horas, es una deuda pendiente por la igualdad, las mujeres han asumido el rol de atender, asistir, acompañar, vigilar y brindar apoyo a las y los integrantes del hogar o a otras personas, lo que impacta en su vida personal y profesional. Ante esto, si bien es cierto que no se ha logrado compatibilizar la vida laboral con la vida profesional y personal, a través de la ley o de las políticas públicas surge la posibilidad de contar con un sistema que nos permite materializarla desde la corresponsabilidad de las y los integrantes de la familia y de la corresponsabilidad del propio Estado.

La pandemia nos ha permitido enfrentarnos a las desigualdades desde lo cotidiano, así que colocar este tema en la agenda política y es fundamental, quizá el mayor acto de justicia que viene de aplicar y garantizar la igualdad desde casa, reconocer en quién recae la mayor responsabilidad para redistribuir y equilibrar, por ello su regulación a través del sistema nacional de cuidados sin duda permite asegurar el derecho de las mujeres, niñas y adolescentes al futuro.

“Es justicia y no caridad lo que necesita el mundo”

Mary Wollstonecraft

¿Quién cuida a las niñas y niños en casa? ¿y a las personas mayores, enfermas o con alguna discapacidad? La tradición dicta –según algunas voces- que a las mujeres corresponde esta tarea y las del hogar; afortunadamente, hoy son más las voces denunciantes de esta realidad y que buscan garantizar los derechos tanto de quienes cuidan como el derecho al cuidado.

La cancelación del presupuesto para guarderías, los movimientos feministas, y mujeres en la toma de decisiones han provocado un cambio significativo en la visibilización y reconocimiento del valor económico del trabajo en el hogar de las mujeres, así como de la importancia de hacer justicia económica y ética de estas labores domésticas y del cuidado.

Para entender la magnitud de esta aportación, el INEGI presentó en noviembre de 2019 los resultados de la “Cuenta Sátelite del Trabajo no remunerado de los hogares de México, 2018”, considerando que solo las labores domésticas y el cuidado de infantes cuantifican el equivalente a 5.5 billones de pesos, lo que representa el 23.5% del PIB en México, y donde el 76.4% de estas labores y cuidados fueron realizados por mujeres.

La propuesta de un sistema nacional de cuidados, que discutirá y aprobará la Cámara de Diputados en próximas horas, es una deuda pendiente por la igualdad, las mujeres han asumido el rol de atender, asistir, acompañar, vigilar y brindar apoyo a las y los integrantes del hogar o a otras personas, lo que impacta en su vida personal y profesional. Ante esto, si bien es cierto que no se ha logrado compatibilizar la vida laboral con la vida profesional y personal, a través de la ley o de las políticas públicas surge la posibilidad de contar con un sistema que nos permite materializarla desde la corresponsabilidad de las y los integrantes de la familia y de la corresponsabilidad del propio Estado.

La pandemia nos ha permitido enfrentarnos a las desigualdades desde lo cotidiano, así que colocar este tema en la agenda política y es fundamental, quizá el mayor acto de justicia que viene de aplicar y garantizar la igualdad desde casa, reconocer en quién recae la mayor responsabilidad para redistribuir y equilibrar, por ello su regulación a través del sistema nacional de cuidados sin duda permite asegurar el derecho de las mujeres, niñas y adolescentes al futuro.