/ domingo 19 de mayo de 2019

El discurso presidencial, la opinión pública y el debatepolítico-temático

Singulares y plurales, subjetivos y objetivos, abstractos y concretos, cuerdos y descuerdos, librepensadores y neoconservadores, conservadores y fifís en la libertad de expresión y presión: los lenguajes del lenguaje en la posesión y en la posición de ofensor y defensor, la retórica política y la parresia filosófica como si alguna vez Noam Chomsky y Michel Foucault se confrontaron y se entrecruzaron en la dialéctica y en la ética de maldecir, y no, del biendecir, de lo lingüísticamente correcto e incorrecto en lo científico social del periodismo como investigación y de la literatura como creación: la imaginación crítica desde la pos(t)verdad y las falsas noticias de lo verdadero y lo falso en un mundo de arriba, en un cielo de en medio y en una tierra de abajo donde nada, nadie y alguien, acaso el caos y el ocaso de los pensamientos y las palabras, los actos y los hechos humanos e infrahumanos, inhumanos y pos(t)humanos: lo real no es real: es mediático, virtual y digital.

El deseo carnal es la cirugización de lo plástico.

El poder es el sujeto por objeto.

El consumismo es la plenitud de la vaciedad.

Roland Barthes y Umberto Eco, desde el lenguaje mismo de la mismidad, se reencontraron en el espacio y en el tiempo en que el lenguaje era y es una representación y una significación en una doble articulación: el poder y el deseo por la libertad, tanto en el comunismo como en el capitalismo del consumismo.

Byung-Chul Han, copiado, pegado y citado: “La técnica de poder del sistema neoliberal no es ni prohibitiva ni represiva, sino seductora. Se emplea un poder inteligente. Este poder, en vez de prohibir, seduce. No se lleva a cabo a través de la obediencia sino del gusto. Cada uno se somete al sistema de poder mientrasse comunique y consuma, o incluso mientras pulse el botón de me gusta”.

En el ahora sí está cambiando, en el país de las sombras espectrales, el sistema político mexicano por el régimen político, económico, social y cultural (de AMLO-Morena para los mexicanos), todavía en el funeral del muerto en Atlacomulco, los herederos se apersonan para negarse a desaparecer como lo que son: priistas.

El país paradisiaco e infernal de los muertos, los desaparecidos y los desplazados es Tabasco con Dos Bocas porque no hay como la tierra y el mar de una contaminación que se ha corrido y escurrido por abajo y por arriba de todos los lugares habidos y por haber-a ver entre los platanares y los pejelagartos de aquella juventud en La Venta con Las Cabezas Olmecas junto la cabeza cálvica del poeta Carlos Pellicer:

“Trópico, para que me diste las manos llenas de color.

Todo lo que yo toque se llenará de sol.”

Cuando se dejó de serse el país de las doradas manzanas al sol para hacerse el país de las sombras espectrales, AMLO, estaba en camino y lo que le abundó en demasía se le acabó vaciándosele en el Golfo de México, teniendo que hacerse una vida política desde arriba con el PRI, en medio con el PRD y abajo con Morena desde Tepetitán, Macuspana-Tabasco y La Chingada en Chiapas en el Palacio Nacional:

Los tres artículos de opinión: ¿Que AMLO debe callarse? de Ernesto Villanueva, El nuevo precio de la libertad de expresión de Agustín Basave, En defensa de la imprudencia de Ricardo Raphael y Un país para todos de Jorge Zepeda Patterson no dejan de ser para hacerse -la forma y el contenido- en el lenguaje del poder presidencial prianista y morenista gracias a las desgracias de la cultura política como enseñanza-aprendizaje de los mexicanos por lo mexicano llegando “a otro” régimen político, pos(t)-(que-sea)-neoliberal, y desde el cual hay que regenerar y transformar con la Cuarta Transformación, empezando con tratar y retratar a la libertad de expresión-presión como si el lenguaje del poder presidencial exige como dice que es mejor la prudencia si no deben saber lo que pasa, no porque el gobierno y sí porque la gente y los demás, los otros y nosotros podemos-ponerle cola a quienes no correspondan al lenguaje que se habla y se manda solo desde arriba, en medio y abajo en el Palacio Nacional.

Para empezar una cosa son los pensamientos y las palabras en la agenda política mañanera y otra cosa son los actos y los hechos en el plan nacional de desarrollo: nada, nadie y alguien para apuntar y borrar otra vez,conforme-inconforme, el presidente vaya palomeando y tachando lo que deber ser y hacer en obra conjunta con el gabinete, gobernantes y gobernantes, porque la Guardia Nacional, las reformas laboral y educativa van y con las marchas avanzarán más, que los catarritos de Cartens son las cachetaditas de Romo, que la chamba de tercer país de seguridad en la frontera sur es el conflicto diplomático con el plan Mérida en la frontera norte para los mismos inmigrantes mexicanos como para los diferentes inmigrantes de Centroamérica, utilizándose el palo rasero-racista del supremac(h)ista blanco, guardando la debida prudencia presidencial entre el moreno y el rollizo puerquito, rubio y blanco, sino vale más que se vaya sabiendo lo que pueda suceder en las granjas del traspatio mexicano.

Pier Paolo Pasolini en Escritos Corsarios, advierte: “¿Qué es la cultura de una nación? Comúnmente se cree, incluso por parte de personas cultas, que es la cultura de los científicos, de los políticos, de los profesores, de los literatos, de los cineastas, etc., es decir, que es la cultura de la intelligentsia. Pero no es así. Y ni siquiera es la cultura de la clase dominante que, en efecto, a través de la lucha de clase busca imponerla al menos formalmente. No es, finalmente, ni siquiera la cultura de la clase dominada, es decir, la cultura popular de los obreros y campesinos. La cultura de una nación es el conjunto de todas estas culturas de clase, es el promedio de las mismas. Y por lo tanto, sería abstracta si no fuese reconocible –o, mejor dicho, visible– en la vida cotidiana, en la existencia, y si no tuviera, por lo tanto, una dimensión práctica”.

Aunque el lenguaje del presidente sea personal es el lenguaje del poder presidencial, y lo que piensa y lo que diga en palabras son los actos y los hechos en el régimen político, económico y sociocultural ¿de su y/o de nuestro? gobierno.

Nada nos falta a nadie y a alguien para poder con el lenguaje del poder presidencial -regenerar y transformar- el lenguaje de la cultura política en la conciencia y en la mentalidad (de) lo mexicano (para) los mexicanos:

No fue el tiempo de las Chachalacas, ni es el tiempo del Me Canso Ganso, Sr. Presidente, pues es necesario que Beatriz, la guía de Dante, le-lea, en voz alta: El Tiempo de las Luciérnagas, de Pasolini.

Singulares y plurales, subjetivos y objetivos, abstractos y concretos, cuerdos y descuerdos, librepensadores y neoconservadores, conservadores y fifís en la libertad de expresión y presión: los lenguajes del lenguaje en la posesión y en la posición de ofensor y defensor, la retórica política y la parresia filosófica como si alguna vez Noam Chomsky y Michel Foucault se confrontaron y se entrecruzaron en la dialéctica y en la ética de maldecir, y no, del biendecir, de lo lingüísticamente correcto e incorrecto en lo científico social del periodismo como investigación y de la literatura como creación: la imaginación crítica desde la pos(t)verdad y las falsas noticias de lo verdadero y lo falso en un mundo de arriba, en un cielo de en medio y en una tierra de abajo donde nada, nadie y alguien, acaso el caos y el ocaso de los pensamientos y las palabras, los actos y los hechos humanos e infrahumanos, inhumanos y pos(t)humanos: lo real no es real: es mediático, virtual y digital.

El deseo carnal es la cirugización de lo plástico.

El poder es el sujeto por objeto.

El consumismo es la plenitud de la vaciedad.

Roland Barthes y Umberto Eco, desde el lenguaje mismo de la mismidad, se reencontraron en el espacio y en el tiempo en que el lenguaje era y es una representación y una significación en una doble articulación: el poder y el deseo por la libertad, tanto en el comunismo como en el capitalismo del consumismo.

Byung-Chul Han, copiado, pegado y citado: “La técnica de poder del sistema neoliberal no es ni prohibitiva ni represiva, sino seductora. Se emplea un poder inteligente. Este poder, en vez de prohibir, seduce. No se lleva a cabo a través de la obediencia sino del gusto. Cada uno se somete al sistema de poder mientrasse comunique y consuma, o incluso mientras pulse el botón de me gusta”.

En el ahora sí está cambiando, en el país de las sombras espectrales, el sistema político mexicano por el régimen político, económico, social y cultural (de AMLO-Morena para los mexicanos), todavía en el funeral del muerto en Atlacomulco, los herederos se apersonan para negarse a desaparecer como lo que son: priistas.

El país paradisiaco e infernal de los muertos, los desaparecidos y los desplazados es Tabasco con Dos Bocas porque no hay como la tierra y el mar de una contaminación que se ha corrido y escurrido por abajo y por arriba de todos los lugares habidos y por haber-a ver entre los platanares y los pejelagartos de aquella juventud en La Venta con Las Cabezas Olmecas junto la cabeza cálvica del poeta Carlos Pellicer:

“Trópico, para que me diste las manos llenas de color.

Todo lo que yo toque se llenará de sol.”

Cuando se dejó de serse el país de las doradas manzanas al sol para hacerse el país de las sombras espectrales, AMLO, estaba en camino y lo que le abundó en demasía se le acabó vaciándosele en el Golfo de México, teniendo que hacerse una vida política desde arriba con el PRI, en medio con el PRD y abajo con Morena desde Tepetitán, Macuspana-Tabasco y La Chingada en Chiapas en el Palacio Nacional:

Los tres artículos de opinión: ¿Que AMLO debe callarse? de Ernesto Villanueva, El nuevo precio de la libertad de expresión de Agustín Basave, En defensa de la imprudencia de Ricardo Raphael y Un país para todos de Jorge Zepeda Patterson no dejan de ser para hacerse -la forma y el contenido- en el lenguaje del poder presidencial prianista y morenista gracias a las desgracias de la cultura política como enseñanza-aprendizaje de los mexicanos por lo mexicano llegando “a otro” régimen político, pos(t)-(que-sea)-neoliberal, y desde el cual hay que regenerar y transformar con la Cuarta Transformación, empezando con tratar y retratar a la libertad de expresión-presión como si el lenguaje del poder presidencial exige como dice que es mejor la prudencia si no deben saber lo que pasa, no porque el gobierno y sí porque la gente y los demás, los otros y nosotros podemos-ponerle cola a quienes no correspondan al lenguaje que se habla y se manda solo desde arriba, en medio y abajo en el Palacio Nacional.

Para empezar una cosa son los pensamientos y las palabras en la agenda política mañanera y otra cosa son los actos y los hechos en el plan nacional de desarrollo: nada, nadie y alguien para apuntar y borrar otra vez,conforme-inconforme, el presidente vaya palomeando y tachando lo que deber ser y hacer en obra conjunta con el gabinete, gobernantes y gobernantes, porque la Guardia Nacional, las reformas laboral y educativa van y con las marchas avanzarán más, que los catarritos de Cartens son las cachetaditas de Romo, que la chamba de tercer país de seguridad en la frontera sur es el conflicto diplomático con el plan Mérida en la frontera norte para los mismos inmigrantes mexicanos como para los diferentes inmigrantes de Centroamérica, utilizándose el palo rasero-racista del supremac(h)ista blanco, guardando la debida prudencia presidencial entre el moreno y el rollizo puerquito, rubio y blanco, sino vale más que se vaya sabiendo lo que pueda suceder en las granjas del traspatio mexicano.

Pier Paolo Pasolini en Escritos Corsarios, advierte: “¿Qué es la cultura de una nación? Comúnmente se cree, incluso por parte de personas cultas, que es la cultura de los científicos, de los políticos, de los profesores, de los literatos, de los cineastas, etc., es decir, que es la cultura de la intelligentsia. Pero no es así. Y ni siquiera es la cultura de la clase dominante que, en efecto, a través de la lucha de clase busca imponerla al menos formalmente. No es, finalmente, ni siquiera la cultura de la clase dominada, es decir, la cultura popular de los obreros y campesinos. La cultura de una nación es el conjunto de todas estas culturas de clase, es el promedio de las mismas. Y por lo tanto, sería abstracta si no fuese reconocible –o, mejor dicho, visible– en la vida cotidiana, en la existencia, y si no tuviera, por lo tanto, una dimensión práctica”.

Aunque el lenguaje del presidente sea personal es el lenguaje del poder presidencial, y lo que piensa y lo que diga en palabras son los actos y los hechos en el régimen político, económico y sociocultural ¿de su y/o de nuestro? gobierno.

Nada nos falta a nadie y a alguien para poder con el lenguaje del poder presidencial -regenerar y transformar- el lenguaje de la cultura política en la conciencia y en la mentalidad (de) lo mexicano (para) los mexicanos:

No fue el tiempo de las Chachalacas, ni es el tiempo del Me Canso Ganso, Sr. Presidente, pues es necesario que Beatriz, la guía de Dante, le-lea, en voz alta: El Tiempo de las Luciérnagas, de Pasolini.

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