/ lunes 7 de marzo de 2022

El día internacional de la mujer

Este 8 de marzo se celebrará en el mundo el Día Internacional de la Mujer, una conmemoración que con el paso de los años ha ido cobrando cada vez mayor relevancia, apoyo unánime en el concierto de las naciones y respaldo institucional generalizado para que el protagonismo de la mujer sea parte de la normalidad en todos los países del orbe.

Como nos lo recordó hace unos días el doctor Raúl Contreras Bustamante, director de la Facultad de Derecho de la UNAM, “Se trata de una efeméride que encuentra sus orígenes a principio del siglo XX, cuando la sufragista alemana Clara Zetkin impulsó que se celebrara la participación de las mujeres en la vida laboral y pública, lo cual fue adoptado por las Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1975 y proclamado por su Asamblea General, en 1977.” (Excélsior, 05/Mar/2022)

El propósito de la ONU con estas celebraciones, es muy loable. Se trata de sensibilizar a la población del mundo acerca de temas de gran interés, como son los derechos humanos, el medio ambiente o la salud. Se trata también de llamar la atención de los gobiernos, medios de comunicación y sociedad civil para dar a conocer problemas sin resolver que precisan la puesta en marcha urgente de medidas políticas concretas.

Durante muchos años, la agenda feminista en México tenía como uno de sus énfasis principales erradicar cualquier forma de violencia, maltrato y discriminación, lográndose la actualización de las leyes aplicables en esta materia y avanzando de manera muy significativa también en la igualdad jurídica en el campo de la representación política.

En el caso particular de la pandemia de Covid-19, el confinamiento lamentablemente perjudicó más a las mujeres en varios campos, incluyendo el ámbito laboral, pues de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se agudizó la carga global de trabajo de las mujeres, dado que ellas tienen a su cargo 76% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado, que representa tres veces más que los hombres.

En mi experiencia particular en el servicio público, tanto en la rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa, como en la presidencia municipal de Culiacán, en el Congreso del Estado y en mi labor al frente del Partido Sinaloense, he constatado el valor agregado de la presencia femenina en la conducción institucional. No sólo es la formación profesional sino los valores intrínsecos a la sensibilidad femenina, muy vinculada con los valores de la honestidad, seriedad, disciplina, respeto, responsabilidad y resultados.

Pero sin duda una conquista del movimiento feminista mexicano que merece especial mención, es la igualdad sustantiva en el acceso a los cargos de elección popular, que el año pasado tuvo un capítulo cumbre con la aplicación del principio de paridad en la renovación de las 15 gubernaturas en disputa, que obligó a los partidos a postular mujeres para presidir el poder Ejecutivo en por lo menos 7 entidades federativas.

En buena hora hemos llegado a esta etapa donde tenemos más mujeres que nunca tomando decisiones políticas en el país. El PAS orgullosamente tiene tradición en esta lucha feminista. En 2013, sin que todavía lo exigiera la Constitución y las leyes, postulamos diputadas en la mitad de los distritos locales de Sinaloa, y candidatas a la presidencia municipal en cinco municipios que representan el 75% de la lista nominal del estado: Ahome, Guasave, Mocorito, Culiacán y Mazatlán.

Por fin hemos dejado para la historia aquel oprobioso 70-30 o 60-40 en el reparto de candidaturas y venturosamente la normatividad electoral vigente ha hecho posible que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados haya paridad o incluso una leve diferencia a favor de las mujeres, y en el Congreso de Sinaloa por primera vez las féminas son mayoría, teniendo 23 en total y sólo 17 hombres.

Enhorabuena para todas las mujeres, que sigan cosechando éxitos y ganando más espacios en todos los ámbitos de desempeño, sin pausa hasta que la igualdad sustantiva sea la normalidad.



Este 8 de marzo se celebrará en el mundo el Día Internacional de la Mujer, una conmemoración que con el paso de los años ha ido cobrando cada vez mayor relevancia, apoyo unánime en el concierto de las naciones y respaldo institucional generalizado para que el protagonismo de la mujer sea parte de la normalidad en todos los países del orbe.

Como nos lo recordó hace unos días el doctor Raúl Contreras Bustamante, director de la Facultad de Derecho de la UNAM, “Se trata de una efeméride que encuentra sus orígenes a principio del siglo XX, cuando la sufragista alemana Clara Zetkin impulsó que se celebrara la participación de las mujeres en la vida laboral y pública, lo cual fue adoptado por las Organización de las Naciones Unidas (ONU) desde 1975 y proclamado por su Asamblea General, en 1977.” (Excélsior, 05/Mar/2022)

El propósito de la ONU con estas celebraciones, es muy loable. Se trata de sensibilizar a la población del mundo acerca de temas de gran interés, como son los derechos humanos, el medio ambiente o la salud. Se trata también de llamar la atención de los gobiernos, medios de comunicación y sociedad civil para dar a conocer problemas sin resolver que precisan la puesta en marcha urgente de medidas políticas concretas.

Durante muchos años, la agenda feminista en México tenía como uno de sus énfasis principales erradicar cualquier forma de violencia, maltrato y discriminación, lográndose la actualización de las leyes aplicables en esta materia y avanzando de manera muy significativa también en la igualdad jurídica en el campo de la representación política.

En el caso particular de la pandemia de Covid-19, el confinamiento lamentablemente perjudicó más a las mujeres en varios campos, incluyendo el ámbito laboral, pues de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se agudizó la carga global de trabajo de las mujeres, dado que ellas tienen a su cargo 76% de todas las horas del trabajo de cuidado no remunerado, que representa tres veces más que los hombres.

En mi experiencia particular en el servicio público, tanto en la rectoría de la Universidad Autónoma de Sinaloa, como en la presidencia municipal de Culiacán, en el Congreso del Estado y en mi labor al frente del Partido Sinaloense, he constatado el valor agregado de la presencia femenina en la conducción institucional. No sólo es la formación profesional sino los valores intrínsecos a la sensibilidad femenina, muy vinculada con los valores de la honestidad, seriedad, disciplina, respeto, responsabilidad y resultados.

Pero sin duda una conquista del movimiento feminista mexicano que merece especial mención, es la igualdad sustantiva en el acceso a los cargos de elección popular, que el año pasado tuvo un capítulo cumbre con la aplicación del principio de paridad en la renovación de las 15 gubernaturas en disputa, que obligó a los partidos a postular mujeres para presidir el poder Ejecutivo en por lo menos 7 entidades federativas.

En buena hora hemos llegado a esta etapa donde tenemos más mujeres que nunca tomando decisiones políticas en el país. El PAS orgullosamente tiene tradición en esta lucha feminista. En 2013, sin que todavía lo exigiera la Constitución y las leyes, postulamos diputadas en la mitad de los distritos locales de Sinaloa, y candidatas a la presidencia municipal en cinco municipios que representan el 75% de la lista nominal del estado: Ahome, Guasave, Mocorito, Culiacán y Mazatlán.

Por fin hemos dejado para la historia aquel oprobioso 70-30 o 60-40 en el reparto de candidaturas y venturosamente la normatividad electoral vigente ha hecho posible que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados haya paridad o incluso una leve diferencia a favor de las mujeres, y en el Congreso de Sinaloa por primera vez las féminas son mayoría, teniendo 23 en total y sólo 17 hombres.

Enhorabuena para todas las mujeres, que sigan cosechando éxitos y ganando más espacios en todos los ámbitos de desempeño, sin pausa hasta que la igualdad sustantiva sea la normalidad.