/ jueves 11 de noviembre de 2021

Arcanos nativistas del hilo negro y agua tibia

Tito Livio la llamaba arcana concilia (designios ocultos) y Virgilio, arcana fata (misteriosos destinos) a todo aquello que entrañara secreto, misterio, que su conocimiento permaneciera para la mayoría oculto o cerrado, reservado para iniciados. En el origen de la medicina en Grecia, el "juramento" hipocrático que debían prestar quienes deseasen ingresar en el gremio de la escuela de Cos, (isla del mar Egeo donde vivió y enseñó Hipócrates) contenía, entre otras, la obligación solemne de guardar el secreto de la doctrina, y esto era así por el alto nivel ético y de la conciencia propia que tenía en aquella época la profesión médica y el papel principal del médico como un demiurgo, un hombre de actuación pública, cuyos conocimientos lo hacían sentirse responsable por lograr la isomoira, esto es, la idea de la proporcionalidad entre los elementos fundamentales del organismo o de la naturaleza en conjunto como el estado sano y normal del individuo.

Al presidir este martes la sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, López Obrador le mostró no solo a la ONU, sino a los organismos multilaterales internacionales, Banco Mundial, FMI y gobiernos de los países del mundo, que él ya había descubierto los arcanos de la paz, de la felicidad, de la sofrosine (sabiduría o temperancia), y los remedios contra la hibris (la violencia y la insolencia), al mostrarles los trazos en su homilía urbi et orbi llamada Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar, tras asegurar que “nunca en la historia de la organización se ha hecho algo realmente sustancial en beneficio de los pobres”. En este grandioso plan, propone garantizar una vida digna a nada menos que 750 millones de personas, financiándolo con un fondo de inversión de 1 billón de dólares anuales, en donde el 4% de los ingresos provendrían de las personas más ricas del mundo, en participaciones voluntarias; el 4% de los ingresos de las mil corporaciones más grandes del planeta y el 0.2% del PIB de cada país del G-20.

Nunca, nadie, en la historia de la humanidad –palabra de López Obrador- ha hecho algo sustancial por los pobres. Bueno, ni siquiera lo ha hecho su propio gobierno. De acuerdo con el CONEVAL, de 2018 a 2020, 3 millones 800 mil personas se sumaron a la pobreza; hoy son 55 millones 700 mil los mexicanos en esa condición. La pobreza extrema también se disparó de 8.7 millones a 10.8 millones. Se trata de las personas cuyo ingreso es inferior al valor de la canasta alimentaria y presenta al menos tres carencias sociales: servicios de salud y seguridad social, así como vivienda, servicios y alimentación. De un hombre al que no le ha interesado nunca lo que pasa en el mundo, ni la política exterior, ni tiene entendimiento de ello, se comprende su ignorancia: por citar un antecedente inmediato, el 25 de septiembre de 2015 más de 150 líderes mundiales asistieron a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible allí mismo en Nueva York (cumbre a la que sí asistió el presidente Peña Nieto), donde pontificó este martes el mandatario mexicano, con el fin de aprobar la Agenda para el Desarrollo Sostenible (los ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible), en la que se suscribió un documento final, titulado “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, y fue adoptado por los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas. Dicho documento incluyó los 17 ODS, “cuyo objetivo es poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático sin que nadie quede atrás para el 2030”.

Mientras López Obrador decía en la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU que el mundo está en decadencia por la deficiente distribución mundial de las vacunas contra el Covid19, quejándose porque las vacunas tengan un precio (demeritando a los gobiernos que oportunamente invirtieron en la investigación y desarrollo de las vacunas), calificando este hecho como una adulteración de las leyes para legalizar lo inmoral y “para hacer que lo abominable parezca negocio aceptable”, su gobierno, primero por parte del secretario de Salud, el pasado 26 de octubre ante el pleno de la Cámara de Diputados, se pronunció –sin ningún soporte científico- contra la vacunación de menores por afectar su sistema inmunológico, y luego impugna la orden de vacunar a menores de entre 11 a 17 años de edad (una población de unos 15 millones), dictada el pasado 7 de octubre (omitiendo el gobierno cumplirla en el plazo de 48 horas establecido), por la titular del Juzgado Séptimo de Distrito en el Estado de México, resolviendo un amparo que obliga al gobierno federal a vacunar a los menores con la vacuna de Pfizer.

La declaración del presidente en las Naciones Unidas de que el principal problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones y que es la causa principal de la desigualdad, de la pobreza, de la violencia y de la migración, suena a un discurso vacío y contradictorio cuando nuestro país se encuentra entre los 5 más corruptos del mundo (en el rubro de “ausencia de corrupción”, el World Justice Project en su Índice de Estado de Derecho 2021, tiene a México en el lugar 135 de 139 países estudiados y en el rubro de “adhesión al Estado de Derecho”, México ocupa el lugar 113 de 139 países estudiados, al nivel de Madagascar (112), Angola (114), Sudán (116), Turquía (117), República del Congo (118) y la República Islámica de Irán (119)), hay una extrema desconfianza en el gobierno precisamente por su desapego al cumplimiento del Estado de Derecho establecido, que ha generado la salida de capitales no vista desde 2010.

Ante el foro de la ONU, López Obrador no propone planes concretos para generar riqueza, solo los medios para apropiarse de los que la tienen. No propone planes para crear empleos bien pagados, solo recetas para multiplicar las dádivas improductivas. No propone nada respecto a tener una educación de calidad en una economía global impulsada por la innovación en la que las matemáticas, las ciencias y la ingeniería son claves para la prosperidad y en la que el número de escolares latinoamericanos que sufren de pobreza educativa o “pobreza de aprendizaje” -como se refiere un estudio reciente del Banco Mundial a los niños de 10 años que no pueden leer ni entender un texto básico - aumentó de 33,6 millones a 41,2 millones desde que empezó la pandemia.

Sobre la educación, como dice Andrés Oppenheimer*: “…mientras los asiáticos están guiados por el pragmatismo y obsesionados con el futuro, los latinoamericanos estamos guiados por la ideología y obsesionados con el pasado […] La mirada de los asiáticos está puesta en el futuro. Su obsesión es cómo volverse más competitivos, ganar posiciones en la economía mundial, reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de sus poblaciones. En América Latina está ocurriendo exactamente lo contrario. Tal como me dijo el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, ‘en Latinoamérica hay una obsesión con el pasado. La idea de que los vivos están guiados por los muertos está muy viva en la región’ […] Mientras los comunistas chinos estaban cambiando sus libros de texto para enfatizar valores como la competitividad y la innovación, en Venezuela el presidente Hugo Chávez estaba aprobando una ley para introducir la “Educación Bolivariana”, que cambiaría todos los libros de texto para resaltar las ideas del héroe de la independencia venezolana o, por lo menos, las ideas que Chávez pretendía imponer en nombre del prócer de la independencia de su país.”

Las ideas exhibidas por López Obrador en la ONU, fueron, paradójicamente, para consumo local, para reforzar a su base con un discurso parroquiano, nativista, obsoleto y rancio como el echeverrismo. Como dijera el clásico: ¿para eso te invitamos?


* Andrés OPPENHEIMER, Basta de historias. La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro, Random House Mondadori, México, 2010, págs. 32-38.

Tito Livio la llamaba arcana concilia (designios ocultos) y Virgilio, arcana fata (misteriosos destinos) a todo aquello que entrañara secreto, misterio, que su conocimiento permaneciera para la mayoría oculto o cerrado, reservado para iniciados. En el origen de la medicina en Grecia, el "juramento" hipocrático que debían prestar quienes deseasen ingresar en el gremio de la escuela de Cos, (isla del mar Egeo donde vivió y enseñó Hipócrates) contenía, entre otras, la obligación solemne de guardar el secreto de la doctrina, y esto era así por el alto nivel ético y de la conciencia propia que tenía en aquella época la profesión médica y el papel principal del médico como un demiurgo, un hombre de actuación pública, cuyos conocimientos lo hacían sentirse responsable por lograr la isomoira, esto es, la idea de la proporcionalidad entre los elementos fundamentales del organismo o de la naturaleza en conjunto como el estado sano y normal del individuo.

Al presidir este martes la sesión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, López Obrador le mostró no solo a la ONU, sino a los organismos multilaterales internacionales, Banco Mundial, FMI y gobiernos de los países del mundo, que él ya había descubierto los arcanos de la paz, de la felicidad, de la sofrosine (sabiduría o temperancia), y los remedios contra la hibris (la violencia y la insolencia), al mostrarles los trazos en su homilía urbi et orbi llamada Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar, tras asegurar que “nunca en la historia de la organización se ha hecho algo realmente sustancial en beneficio de los pobres”. En este grandioso plan, propone garantizar una vida digna a nada menos que 750 millones de personas, financiándolo con un fondo de inversión de 1 billón de dólares anuales, en donde el 4% de los ingresos provendrían de las personas más ricas del mundo, en participaciones voluntarias; el 4% de los ingresos de las mil corporaciones más grandes del planeta y el 0.2% del PIB de cada país del G-20.

Nunca, nadie, en la historia de la humanidad –palabra de López Obrador- ha hecho algo sustancial por los pobres. Bueno, ni siquiera lo ha hecho su propio gobierno. De acuerdo con el CONEVAL, de 2018 a 2020, 3 millones 800 mil personas se sumaron a la pobreza; hoy son 55 millones 700 mil los mexicanos en esa condición. La pobreza extrema también se disparó de 8.7 millones a 10.8 millones. Se trata de las personas cuyo ingreso es inferior al valor de la canasta alimentaria y presenta al menos tres carencias sociales: servicios de salud y seguridad social, así como vivienda, servicios y alimentación. De un hombre al que no le ha interesado nunca lo que pasa en el mundo, ni la política exterior, ni tiene entendimiento de ello, se comprende su ignorancia: por citar un antecedente inmediato, el 25 de septiembre de 2015 más de 150 líderes mundiales asistieron a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible allí mismo en Nueva York (cumbre a la que sí asistió el presidente Peña Nieto), donde pontificó este martes el mandatario mexicano, con el fin de aprobar la Agenda para el Desarrollo Sostenible (los ODS, Objetivos de Desarrollo Sostenible), en la que se suscribió un documento final, titulado “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, y fue adoptado por los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas. Dicho documento incluyó los 17 ODS, “cuyo objetivo es poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático sin que nadie quede atrás para el 2030”.

Mientras López Obrador decía en la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU que el mundo está en decadencia por la deficiente distribución mundial de las vacunas contra el Covid19, quejándose porque las vacunas tengan un precio (demeritando a los gobiernos que oportunamente invirtieron en la investigación y desarrollo de las vacunas), calificando este hecho como una adulteración de las leyes para legalizar lo inmoral y “para hacer que lo abominable parezca negocio aceptable”, su gobierno, primero por parte del secretario de Salud, el pasado 26 de octubre ante el pleno de la Cámara de Diputados, se pronunció –sin ningún soporte científico- contra la vacunación de menores por afectar su sistema inmunológico, y luego impugna la orden de vacunar a menores de entre 11 a 17 años de edad (una población de unos 15 millones), dictada el pasado 7 de octubre (omitiendo el gobierno cumplirla en el plazo de 48 horas establecido), por la titular del Juzgado Séptimo de Distrito en el Estado de México, resolviendo un amparo que obliga al gobierno federal a vacunar a los menores con la vacuna de Pfizer.

La declaración del presidente en las Naciones Unidas de que el principal problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones y que es la causa principal de la desigualdad, de la pobreza, de la violencia y de la migración, suena a un discurso vacío y contradictorio cuando nuestro país se encuentra entre los 5 más corruptos del mundo (en el rubro de “ausencia de corrupción”, el World Justice Project en su Índice de Estado de Derecho 2021, tiene a México en el lugar 135 de 139 países estudiados y en el rubro de “adhesión al Estado de Derecho”, México ocupa el lugar 113 de 139 países estudiados, al nivel de Madagascar (112), Angola (114), Sudán (116), Turquía (117), República del Congo (118) y la República Islámica de Irán (119)), hay una extrema desconfianza en el gobierno precisamente por su desapego al cumplimiento del Estado de Derecho establecido, que ha generado la salida de capitales no vista desde 2010.

Ante el foro de la ONU, López Obrador no propone planes concretos para generar riqueza, solo los medios para apropiarse de los que la tienen. No propone planes para crear empleos bien pagados, solo recetas para multiplicar las dádivas improductivas. No propone nada respecto a tener una educación de calidad en una economía global impulsada por la innovación en la que las matemáticas, las ciencias y la ingeniería son claves para la prosperidad y en la que el número de escolares latinoamericanos que sufren de pobreza educativa o “pobreza de aprendizaje” -como se refiere un estudio reciente del Banco Mundial a los niños de 10 años que no pueden leer ni entender un texto básico - aumentó de 33,6 millones a 41,2 millones desde que empezó la pandemia.

Sobre la educación, como dice Andrés Oppenheimer*: “…mientras los asiáticos están guiados por el pragmatismo y obsesionados con el futuro, los latinoamericanos estamos guiados por la ideología y obsesionados con el pasado […] La mirada de los asiáticos está puesta en el futuro. Su obsesión es cómo volverse más competitivos, ganar posiciones en la economía mundial, reducir la pobreza y elevar el nivel de vida de sus poblaciones. En América Latina está ocurriendo exactamente lo contrario. Tal como me dijo el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, ‘en Latinoamérica hay una obsesión con el pasado. La idea de que los vivos están guiados por los muertos está muy viva en la región’ […] Mientras los comunistas chinos estaban cambiando sus libros de texto para enfatizar valores como la competitividad y la innovación, en Venezuela el presidente Hugo Chávez estaba aprobando una ley para introducir la “Educación Bolivariana”, que cambiaría todos los libros de texto para resaltar las ideas del héroe de la independencia venezolana o, por lo menos, las ideas que Chávez pretendía imponer en nombre del prócer de la independencia de su país.”

Las ideas exhibidas por López Obrador en la ONU, fueron, paradójicamente, para consumo local, para reforzar a su base con un discurso parroquiano, nativista, obsoleto y rancio como el echeverrismo. Como dijera el clásico: ¿para eso te invitamos?


* Andrés OPPENHEIMER, Basta de historias. La obsesión latinoamericana con el pasado y las 12 claves del futuro, Random House Mondadori, México, 2010, págs. 32-38.