/ martes 16 de agosto de 2022

Adiós al horario de verano

El mes de julio pasado, en el Pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, se recibió la iniciativa de Ley de Husos Horarios en los Estados Unidos Mexicanos, presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, misma que fue turnada a la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados.

Esta iniciativa busca abrogar la Ley del Sistema de Horario, donde se establece el horario estacional que se aplica actualmente. Asimismo, busca restablecer el horario para todo el país con base en los diferentes husos horarios reconocidos en el territorio nacional, conforme a los acuerdos tomados en la Conferencia Internacional de Meridianos de 1884, que determinó el meridiano cero. Lo que en los hechos eliminaría la aplicación del llamado “horario de verano”. También busca implementar como horario estacional únicamente el determinado para los municipios comprendidos en la zona fronteriza norte, de acuerdo a los ya altos niveles de integración económica y social que existe con los Estados Unidos.

Los argumentos para eliminar el llamado “horario de verano”, se basan en el rechazo popular mayoritario, pues de acuerdo con una Encuesta Nacional realizada por la Secretaría de Gobernación el pasado mes de junio, el 71.1% de la población encuestada expresó un rechazo a este horario.

Es importante señalar también que el “horario de verano” ha estado en permanente cuestionamiento legislativo, ya que de 2021 a 2022 se han presentado más de 30 iniciativas de diversos grupos parlamentarios para eliminarlo.

Según estudios, desde 1996, año en que se empezó a implementar, el horario de verano apenas ha contribuido a un ahorro de energía menor al 1% anual del consumo nacional. Se trata de un ahorro relativo y en decrecimiento, particularmente a partir de 2013, derivado de la aceleración de la eficiencia energética que implican los avances tecnológicos y el retiro de lámparas incandescentes y su sustitución por las llamadas lámparas de tecnología led, junto a la sustitución de electrodomésticos con mayor aprovechamiento de energía.

En 2021 el ahorro de energía fue de 537 gigawatts, lo que equivale apenas al 0.16% del consumo nacional, correspondiente, en términos económicos, a un ahorro de 1,138 millones de pesos, lo cual representa el 0.2% del consumo nacional de electricidad. En lo que corresponde a la reducción de emisiones de CO2, en el 2020 se registró un ahorro de 0.06% de las emisiones totales en el país. En 2019 este porcentaje fue de 0.07%.

En contraparte, la iniciativa señala que el cambio de horario tiene diversos efectos adversos, entre los que destacan efectos biológicos como la somnolencia, irritabilidad, dificultad en la atención, la concentración y la memoria, así como trastornos digestivos, hormonales y malestar general; también hay efectos psicoemocionales que se reflejan en síntomas que tienen relación con los cambios estacionales e incluso climáticos, como la depresión e ideas suicidas que aumentan en algunas épocas del año y en algunas latitudes más que en otras.

Además de los efectos sociales que incluyen fatiga, disminución en el rendimiento escolar y laboral, menor productividad y mayor uso de estimulantes. Hay mayor riesgo en quienes requieren de concentración para realizar funciones al iniciar el día, como son pilotos, los escolares, maestros, empleados y ciertos trabajadores.

En cuanto a la salud del corazón, existe asociación entre el horario de verano y el aumento de la ocurrencia de infarto al corazón, especialmente en la primera semana después de ser implementado. Diversos estudios muestran que las diferencias entre el reloj social y el reloj biológico desafían la salud y la llegan a alterar. En ese sentido la Sociedad Internacional para Investigación de los Ritmos Biológicos, concluyó que las ventajas del horario estándar superan a las del cambio de horario. Es por ello que se señala que resulta importante que los gobiernos puedan fijar horarios estándar que no generen desequilibrios a los ritmos biológicos de la población.

En suma, la exposición de motivos de la iniciativa de ley, señala por tanto que el ahorro de energía que permite el horario de verano no justifica las afectaciones que ocasiona a la salud de las personas, ni su imposición en contra de la opinión pública mayoritaria de la población, como lo demuestran las encuestas y estudios realizados.

Estamos seguramente usando un “horario de verano” por última vez en la historia, pues será probablemente antes del próximo invierno que habrá de eliminarse por parte del Congreso de la Unión, que empezará el próximo mes de septiembre sus actividades legislativas, agenda en la cual aparece como prioridad la temática de los husos horarios en el país. Estemos atentos.

El mes de julio pasado, en el Pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, se recibió la iniciativa de Ley de Husos Horarios en los Estados Unidos Mexicanos, presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, misma que fue turnada a la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados.

Esta iniciativa busca abrogar la Ley del Sistema de Horario, donde se establece el horario estacional que se aplica actualmente. Asimismo, busca restablecer el horario para todo el país con base en los diferentes husos horarios reconocidos en el territorio nacional, conforme a los acuerdos tomados en la Conferencia Internacional de Meridianos de 1884, que determinó el meridiano cero. Lo que en los hechos eliminaría la aplicación del llamado “horario de verano”. También busca implementar como horario estacional únicamente el determinado para los municipios comprendidos en la zona fronteriza norte, de acuerdo a los ya altos niveles de integración económica y social que existe con los Estados Unidos.

Los argumentos para eliminar el llamado “horario de verano”, se basan en el rechazo popular mayoritario, pues de acuerdo con una Encuesta Nacional realizada por la Secretaría de Gobernación el pasado mes de junio, el 71.1% de la población encuestada expresó un rechazo a este horario.

Es importante señalar también que el “horario de verano” ha estado en permanente cuestionamiento legislativo, ya que de 2021 a 2022 se han presentado más de 30 iniciativas de diversos grupos parlamentarios para eliminarlo.

Según estudios, desde 1996, año en que se empezó a implementar, el horario de verano apenas ha contribuido a un ahorro de energía menor al 1% anual del consumo nacional. Se trata de un ahorro relativo y en decrecimiento, particularmente a partir de 2013, derivado de la aceleración de la eficiencia energética que implican los avances tecnológicos y el retiro de lámparas incandescentes y su sustitución por las llamadas lámparas de tecnología led, junto a la sustitución de electrodomésticos con mayor aprovechamiento de energía.

En 2021 el ahorro de energía fue de 537 gigawatts, lo que equivale apenas al 0.16% del consumo nacional, correspondiente, en términos económicos, a un ahorro de 1,138 millones de pesos, lo cual representa el 0.2% del consumo nacional de electricidad. En lo que corresponde a la reducción de emisiones de CO2, en el 2020 se registró un ahorro de 0.06% de las emisiones totales en el país. En 2019 este porcentaje fue de 0.07%.

En contraparte, la iniciativa señala que el cambio de horario tiene diversos efectos adversos, entre los que destacan efectos biológicos como la somnolencia, irritabilidad, dificultad en la atención, la concentración y la memoria, así como trastornos digestivos, hormonales y malestar general; también hay efectos psicoemocionales que se reflejan en síntomas que tienen relación con los cambios estacionales e incluso climáticos, como la depresión e ideas suicidas que aumentan en algunas épocas del año y en algunas latitudes más que en otras.

Además de los efectos sociales que incluyen fatiga, disminución en el rendimiento escolar y laboral, menor productividad y mayor uso de estimulantes. Hay mayor riesgo en quienes requieren de concentración para realizar funciones al iniciar el día, como son pilotos, los escolares, maestros, empleados y ciertos trabajadores.

En cuanto a la salud del corazón, existe asociación entre el horario de verano y el aumento de la ocurrencia de infarto al corazón, especialmente en la primera semana después de ser implementado. Diversos estudios muestran que las diferencias entre el reloj social y el reloj biológico desafían la salud y la llegan a alterar. En ese sentido la Sociedad Internacional para Investigación de los Ritmos Biológicos, concluyó que las ventajas del horario estándar superan a las del cambio de horario. Es por ello que se señala que resulta importante que los gobiernos puedan fijar horarios estándar que no generen desequilibrios a los ritmos biológicos de la población.

En suma, la exposición de motivos de la iniciativa de ley, señala por tanto que el ahorro de energía que permite el horario de verano no justifica las afectaciones que ocasiona a la salud de las personas, ni su imposición en contra de la opinión pública mayoritaria de la población, como lo demuestran las encuestas y estudios realizados.

Estamos seguramente usando un “horario de verano” por última vez en la historia, pues será probablemente antes del próximo invierno que habrá de eliminarse por parte del Congreso de la Unión, que empezará el próximo mes de septiembre sus actividades legislativas, agenda en la cual aparece como prioridad la temática de los husos horarios en el país. Estemos atentos.